Durante esta época se empezaron a desarrollar redes de comercio a larga distancia. Las regiones del Caribe y el Pacífico Sur se insertaron al circuito comercial de Panamá, Colombia y Ecuador, mientras que la zona del Pacífico Norte se conectó con el circuito de México y el resto de Centroamérica. El Valle Central se relacionaba con ambos circuitos.
En la región arqueológica del Gran Chiriquí, específicamente en la confluencia de los ríos Sierpe y Térraba, en la zona conocida como Diquís (Pacífico Sur), se encuentran vestigios de asentamientos y objetos de manufactura especializada: esferas de piedra monumentales agrupadas en geometrías asociadas a fenómenos astronómicos y/o de orientación, que denotan avanzados conocimientos matemáticos, climáticos y tecnológicos, así como una complejidad social y económica para administrar grandes asentamientos urbanos.
Los arqueólogos insisten en que las “bolas de piedra” fueron símbolos de identidad y/o de autoridad,4 situación que se ha mantenido por milenios, ya que en la actualidad todavía flanquean instituciones públicas, comercios y residencias, continúan presentes en el imaginario colectivo asociadas a la pintura, literatura y escultura, como en el caso de los arquitectos-escultores Jorge Jiménez Deredia5 e Ibo Bonilla.
Los pueblos autóctonos crearon asentamientos como el área arqueológica de Guayabo, con un área de más de 250 hectáreas, montículos, espacios para uso ceremonial, doméstico y funerario, plazas, acueducto y calzadas de cientos de kilómetros conectando las principales rutas de comercio, vestigios de una civilización que se cree floreció entre los años 1.500 a. C. al 1400 d. C. El tipo de vivienda que utilizaban era el “rancho” (habitación rectangular o redonda, sin paredes, o con paredes construidas de cañas que dejaban pasar el aire y techo de dos aguas, que no llega al suelo, cubierto con hojas de palmera y culmina en la cúspide con una vasija de barro para evitar goteras) cuyo interior contaba con hamacas para socializar y dormir.
El complejo fue declarado monumento nacional para su protección oficial y dada su importancia de desarrollo tecnológico, pasó a ser desde el año 2009, Patrimonio Mundial de la Ingeniería según la Sociedad Americana de Ingeniería Civil (American Society of Civil Engineers, ASCE.)
En la Región Norte (actual provincia de Guanacaste), los chorotegas y nicaraos construían sus viviendas rectangulares con vigas, paja y piso de tierra. Las casas de los señores principales, llamadas por los conquistadores templos o palacios, eran más grandes y estaban ubicadas en la plaza principal o calle real.
Los españoles les llamaron palenques a los conjuntos de habitaciones fortificadas de los pueblos Quepoa, Coctú, Boruca y Torucaca, ubicados en el Pacífico Sur. Los describieron como fuertes defensivos, rodeados de empalizadas y con puertas a manera de puentes levadizos. En general estos núcleos se localizaban en sitios estratégicos, cerca de afluentes de agua y terrenos de labranza.
El conquistador español Vázquez de Coronado describió las casas y el pueblo de Coctú de la siguiente manera:
“Tiene ochenta y cuatro casas puestas por buen orden: al principio de cada punto una casa y luego dos en triángulo, y sucesivamente va ciertas órdenes de a tres y luego cuatro en cuadra, asentadas cada casa de una de otra cuatro pies, antes menos que más y con gran compás; y entre cuatro casa se hace una placeta, a la cual va por callejones hechos a mano, porque las casa están altas del suelo como media vara de medir; En cada casa destas viven veyte y cinco vezinos con sus mujeres e hijos, y en algunas más y menos como tienen la familia. Caben en cada casa cuatrocientos hombres. […] Son redondas y las vigas que tienen de gordor de dos bracas; son de paja muy bien puestas y muy altas, y el remate de arriba a manera de chapitel.”2
En la región del Caribe predominaba la vivienda circular con techo cónico (U Suré). Investigaciones recientes acerca de este tipo de vivienda (en especial en la baja Talamanca) ponen de manifiesto una amplia red de relaciones simbólicas, místicas y de convivencia, tanto en la escogencia de los materiales como en la construcción de las viviendas. Cada uno de los pasos refleja la cosmovisión indígena.
Referencias:
- Altezor, Carlos. Arquitectura urbana en Costa Rica. Exploración histórica 1900-1950. Cartago, Editorial Tecnológica de Costa Rica, 1986.
- Fernández, Andrés. Un país, tres arquitecturas. Art nouveau, Neocolonial Hispanoamericano y Art Decó en Costa Rica 1900-1950. Cartago, Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2003.
- Troyo, Elena y otros. Historia de la Arquitectura de Costa Rica. San José, Fundación de Museos del Banco Central, 1998.
- Fumero, Ana Patricia. El advenimiento de la modernidad en Costa Rica: 1850-1914. San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2004. San José, Editorial Costa Rica, 1978.
- González, Alfredo y González, Fernando. La Casa Cósmica Talamanqueña y sus Simbolismos. San José, Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED), 1989.
- Gutiérrez, Manuel. La casa de adobes costarricense. San José, Departamento de Publicaciones de la Universidad de Costa Rica, 1972.
- Gutiérrez, Samuel. Arquitectura Caribeña Puerto Limón, Bocas del Toro. Colombia, Editorial Escala Limitada, 1991.
- Woodbridge, Richard. Historia de la Arquitectura en Costa Rica. Cartago, Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2003.
- Fonseca Zamora, Oscar (1992). Historia antigua de Costa Rica: surgimiento y caracterización de la primera civilización costarricense. Universidad de Costa Rica.