La vida económica de la Costa Rica colonial se caracterizó por una falta constante de mano de obra indígena, poca población española y gran aislamiento comercial.
Todo esto configura un panorama en que la arquitectura religiosa no puede sino ser escasa y sencilla. No hubo grandes congregaciones doctrineras, por lo tanto escasean los conventos; no hubo grandes masas indígenas, por lo tanto hubo contadas iglesias; no hubo mano de obra entrenada, por lo tanto no hubo el despliegue decorativo de los imafrontes mexicanos y antigüenos.
Sólo se produjeron cuatro iglesias que llegaron en pie hasta nuestros días:
Templo de Nicoya (1644):
Templo San Blás de Nicoya (Fotografía Maritza Cartín)
Ubicada en territorio entonces nicaragüense, su fachada es plana, sin torres y con espadaña central de curvatura barroca. Recuerda las iglesias nicaragüenses de Subtiava, Masaya y Rivas. Tiene hornacinas abiertas que cobijan las campanas. Decoración muy simple.
Templo de Ujarrás (1681):
Templo de Ujarrás (Wikipedia)
Ujarrás fue un pueblo de indios y su iglesia misionera fue tan sencilla como la de Nicoya. La fachada está dividida verticalmente en tres secciones, sin ornamentos; tiene tres hornacinas abiertas y dos óculos. La espadaña presenta curvatura barroca; hay remates piramidales.
Orosi (1753-66):
Templo de Orosi (Fotografía Sicultura)
San Francisco de Orosi es un convento misionero erigido simultáneamente a las misiones californianas que Junipero Sierra sembró a lo largo de la costa.
Su estructura es básica: un galerón de tejas con una torre externa y, adosado, un pequeño convento en L.
Su fachada es blanca y casi sin ornamentos. La torre es baja con dos campanas y pináculos piramidales en las esquinas. La iglesia tiene tres naves separadas por horcones de guachipelín. Ramón Gutiérrez le llama “buen ejemplo de arquitectura maderera popular”.
Parroquia de Heredia:
Fue construida en la segunda mitad del siglo XVIII, por eso La Orden le llama “parroquia borbónica”; debió tener una fachada barroca que un sismo destruyó. La que vemos hoy es neoclásica y la construyó Kurtze adelantada de las torres.
Tiene más cuerpo y volumetría que las otras iglesias coloniales. Sus dos torres son achaparradas coronadas con pirámides octogonales, sus muros cuentan con pesados arriostres; el Baptisterio está cubierto con una cúpula; al apoyarse en el tambor su perfil propone una sutil contracurva de origen barroco.
Como conclusión podemos afirmar que la arquitectura eclesiástica costarricense sigue en lineamientos generales el estilo barroco elaborado en Antigua Guatemala, donde se generó el llamado “barroco sísmico»: Volúmenes bajos, grandes masas estáticas, torres a veces más pequeñas que la fachada; todo con el afán de bajar el centro de gravedad de las masas para hacerlas menos vulnerables a los terremotos.
Referencias:
Algunas características de la arquitectura costarricense. Juan Bernal Ponce (*) Suplemento 30
Antigua Casa Administrativa del Sanatorio Durán, Cartago.
Edificio del INS, S.J.
Ministerio de Salud
Edificio del INS, S.J.
Casa de la Cultura, Limón
Escuela República de Argentina
Antiguo Cine Ideal
Edificio Solera, S.J.
Estación Ferrocarril al Pacífico, S.J.
Escuela Pilar Jiménez, Guadalupe
Edificio en Alajuela
Antiguo Templo Bíblico, San José
Botica Solera, San José.
Escuela Ricardo Jiménez, San José.
Barrio México. La Nación.
11/7/07. Barrio Mexico, San Jose. Recorrido con el arquitecto Andres Fernandez, sobre la aquitectura Art Deco de los aos 20’s y 30′.
Foto: eyleen vargas.
El Art Nouveau (literalmente, “arte nuevo” en francés) surgió en la última década del siglo XIX, y su influencia se extendió hasta finalizada la primera del XX. Sus raíces pueden encontrarse en el Reino Unido, en el movimiento Arts & Crafts liderado por el artista y diseñador William Morris. Los primeros ejemplos arquitectónicos aparecen en Bélgica, aunque París fue el gran foco de un movimiento que se extendió con cierta rapidez, básicamente por Europa. Ha recibido distintos nombres según los países que lo adoptaron: así, en Italia se lo conoce como stile Liberty o stile floreale, en Alemania y Escandinavia Jugendstil, en Austria Sezessionstil y en España “modernismo”, lo que crea cierta confusión con el movimiento moderno de arquitectura y, en general con el arte y el pensamiento de la sociedad moderna, conocido en inglés como modernism.(1)
Características del estilo Art Nouveau:
El estilo de decoración Art Nouveau se caracterizó desde sus inicios por utilizar motivos y formas derivados de la naturaleza. A fines del siglo XIX, y con el auge de la industrialización, los artistas temían que las formas duras llegaran al arte.
El movimiento ( The Arts and Craft) o ‘las artes y oficios’ trató de mostrar a través de la decoración y la arquitectura, el valor de las formas naturales y el valor artesanal de los objetos.
Las líneas son curvas imitando a las plantas e incopora formas de animales como mariposas, dragones, aves, plumas de pavo real y plantas como enredaderas.
Muebles Art-Nouveau
Los patrones de diseño florales y curvos eran la característica principal del Art Nouveau.
Los colores de la decoración Art Nouveau son sutiles y apagados, incluidos los pasteles, oliva, mostaza, marrón, lila, salvia, blanco, blanco opaco, azul eléctrico y color oro. Las paredes se decoran con papeles florales o patrones de plantas. Los materiales utilizados son los vitrales, la madera y el hierro.
Los vitrales se usan en ventanales, que transforman el interior por los colores y la iluminación que ofrece al ambiente. Los trabajos en hierro tienen formas sinuosas o curvas.
Los arcos y los marcos de las puertas también son curvos y excéntricos. La lámpara multicolor de Tiffany’s es un símbolo de la decoración Art Nouveau.
El Art Nouveau, a diferencia de otros estilos decorativos, está inspirado en la naturaleza y es eco-friendly, ya que permite el uso de madera y papel tapiz pintado orgánicamente.
El Art Nouveau con pocos elementos en un espacio y fondos simples, hace que cada objeto se vuelva significante.
Art Nouveau en Costa Rica:
En palabras del historiador Bill Risebero, todos ellos parecían “preocupados con la misma nueva estética, basada en las curvas fluidas y blandas que se asemejaban a los zarcillos de las plantas en crecimiento; y en formas retorcidas como impulsadas por el viento que se asemejan a llamas, en fuerte contraste con la ordenada geometría del neoclásico y la rigidez del neogótico” (Historia dibujada de la arquitectura occidental).
En la ciudad de San José, donde la conclusión del ferrocarril al Atlántico había facilitado y acentuado la asimilación de lo europeo, el Art Nouveau tuvo un pronto efecto en la decoración interior y exterior de la arquitectura, mas no en la integralidad de las obras.
Por lo complejo de los diseños modernistas, la mano de obra necesaria para lograrlo –o acercársele siquiera– era tan especializada como costosa. Además, por su misma cercanía temporal y el espíritu de novedad que la embargaba, la estética aquella solo estaba en posesión de los técnicos europeos que por entonces llegaban aquí a modelar el gusto urbano y burgués.
El más destacado de ellos, precisamente, era el ingeniero-arquitecto italiano Francesco Tenca Pedrazzini(1861-1908). Este había arribado a la ciudad a fines del siglo XIX para dedicarse al “arte de las construcciones, que hasta cierto punto él sacó del molde colonial en que vegetaba”, como apuntó Justo A. Facio con ocasión de su óbito.
Casa Jiménez de la Guardia, Calle 5, Ave. 1 y 3 San José
En ese ambiente, Tenca recibió el encargo de diseñar y construir una casa en la calle 5, entre las avenidas 1 y 3. Así, como un cisne solitario en los alrededores de lo que antaño fue una laguna y ya entonces era el parque Morazán, apareció la que sería la única mansión Art Nouveau de nuestro país. Ver también Casa Jiménez de la Guardia
Esa casa, de varios cientos de metros cuadrados de construcción, sería la obra en la que las pretensiones integrales del Art Nouveau llegarían más lejos en la carrera del artista italiano y en nuestra ciudad capital.
Edificio Steinvorth, San José
El Edificio Steinvorth, San José, como obra del arquitecto milanés Francesco Tenca, evidencia el compromiso del italiano con la corriente estética francesa del art nouveau, predominante a finales del siglo XIX y principios del XX. Este estilo es evidente en la decoración externa del inmueble, donde pueden encontrarse figuras de inspiración animal y vegetal esculpidas en bajorrelieve. Estas decoraciones se caracterizan por la presencia de animales como camellos, chompipes, gatos, mariposas, conejos, abundante fauna rodeada de plantas y flores, además de mascarones, todas características del stile floreale, como se conoció en Italia al art nouveau.
Antigua casa del Señor Velázquez. (Fotografía Maritza Cartín)
El Art Decó fue un movimiento de diseño popular a partir de 1920 hasta 1939 (cuya influencia se extiende hasta los ’50 en algunos países), afectando las artes decorativas tales como arquitectura, diseño interior, y diseño gráfico e industrial, también a las artes visuales tales como la moda, pintura, grabado, escultura, y cinematografía. Seguir leyendo El Art Decó en Costa Rica→
En la segunda mitad del siglo XIX, una vez agotados los recursos estilísticos del neoclasicismo, y bajo el impulso de las tendencias románticas que buscaban una mayor libertad de inspiración fuera de las raigambres grecorromanas, aparece un mosaico de tendencias de transición. Son los diversos eclecticismos: neogótico, neorrenacimiento, neorrománico. También se despliegan las formas arbóreas del Art Nouveau. En el estentóreo panorama de “fin de siecle” destaca el llamado Estilo Victoriano, que a su vez es también un abanico de subtendencias: Queen Anne, Italianate, Stick.
El romanticismo europeo fue una huida del prosaico mundo industrial hacia la naturaleza y la originalidad primitiva. Se rechazó la geometría del clasicismo simétrico, junto a todo orden de racionalidad que aludiera a la vida cotidiana. El estilo Victoriano esta intrínsecamente unido a ese espíritu romántico. Su máxima expresión son las residencias Queen Anne, de plantas asimétricas y volúmenes que parodian los castillos medievales por medio de torrecillas.
El desarrollo industrial de los países del hemisferio norte se impone en la actividad constructiva. Comienza la producción seriada de revestimientos de todas clases especialmente metálicos, estructuras de hierro, columnas, frontones, balaustres, pilastras, ventanera, puertas y adornos de madera recortada, labrada y torneada por medio de maquinarias.
Esta oferta permitió a los propietarios de nuevas viviendas adquirir a su gusto el repertorio de terminaciones interiores y exteriores, aplicándolo a una sencilla estructura de tabiques de madera (ballom frame).
La influencia de esta arquitectura residencial se extendió por los Estados Unidos cuyos núcleos urbanos estaban creciendo rápidamente, y por las islas del Caribe pertenecientes al Imperio Británico. En todos los países en donde los británicos mantuvieron una fuerte influencia comercial, y donde penetraron sus capitales la influencia victoriana se aclimató profundamente.
Esta influencia se plasmó a través de los mismos negociantes e industriales británicos que construyeron sus residencias en esos países, así como por los técnicos y empleados locales que viajaron a Gran Bretaña, o que sencillamente imitaron a sus patrones extranjeros al escoger el estilo de sus casas.
Centroamérica recibió la influencia victoriana directamente de los Estados Unidos, preferentemente de la cuenca del Mississippi, cuyo flujo comercial estaba ligado a las repúblicas del istmo.
Arquitectura victoriana en Costa Rica
Según el seminario “Ambientes Victorianos”, las primeras viviendas victorianas en Costa Rica aparecieron en las fincas de café en los alrededores de Cartago por los años 80 del siglo XIX.
Tres razones sustentan esta aseveración:
–El auge del cultivo del café en esa zona, con la aparición de asentamientos tardíos por Tres Ríos y San Pedro de Montes de Oca. En el desarrollo de los nucleoides urbanos proliferó la nueva estilística victoriana. El 60% de las casas son urbanas, el 40% rurales.
-La maduración de una industria maderera que podía proveer piezas elaboradas con sierra, tupi, caladoras.
–El abandono de las formas del adobe se incrementó a raíz del terremoto de 1910; se buscaron modos de construir más livianos: allí se impuso el -ballom frame- Victoriano, revestido de madera o chapas metálicas estampadas. Si el modelo Victoriano está caracterizado por el énfasis en los hastíales, la presencia de volumetría agregada (bay windows), techos complejos, plantas asimétricas, énfasis en la verticalidad y en las texturas, no todas las viviendas de “espíritu industrial Victoriano” presentan todos esos elementos.
Muchas conservan elementos costarricenses tradicionales del adobe y del bahareque.
La característica compacta de la vivienda se mantiene; se mantiene, en algunas “Victorianas ticas”, el volumen unitario de planta cuadrada y zaguán. Siguen utilizándose los techos a dos aguas de pendiente moderada.
La casa victoriana de entre siglos, oponiéndose a sus antecesoras de origen colonial y republicano, presenta gran riqueza textural y ornamental. En efecto, los muros están revestidos de tablas de madera, puertas y ventanas están enmarcadas de pilastras ricamente molduradas, los balastros tienen diseños atractivos y las columnas finas de madera están coquetamente torneadas.
El clima tropical impone otra variación al modelo europeo americano muy cerrado e introvertido para protegerse del frío. En efecto, la casa victoriana local se abre al exterior generosamente por medio del corredor que, a veces, rodea tres lados de la construcción.
La planta tica da hacia el zaguán presentaba aposentos de tamaño normalizado y cuya función era fijada por los ocupantes, mientras que el modelo Victoriano, respondiendo a una ética familiar sajona, impone una vocación precisa a los espacios; así surgen aposentos para el señor y la señora, para los niños, se impone una sala de costura y otra de juegos.
El neomudéjar es un estilo artístico y arquitectónico que se desarrolló principalmente en la península ibérica a finales del siglo XIX y principios del XX. Se enmarca dentro de las corrientes orientalistas de la arquitectura historicista imperante en Europa por aquella época.1 El nuevo estilo se asoció especialmente a construcciones de carácter festivo y de ocio, como salones de fumar, casinos, estaciones de tren, plazas de toros o saunas.
En España el estilo neomudéjar fue reivindicado como estilo nacional, por estar basado en un estilo propiamente hispánico. Arquitectos como Emilio Rodríguez Ayuso o Agustín Ortiz de Villajos vieron en el arte mudéjar algo únicamente español y empezaron a diseñar edificios utilizando rasgos del antiguo estilo, entre ellos las formas abstractas de ladrillo y los arcos de herradura.
Sin embargo, lo que la historiografía ha considerado tradicionalmente como neomudéjar, son en muchos casos obras de estilo neoárabe, puesto que utilizan elementos califales, almohades y nazaríes, siendo el único aspecto mudéjar el uso del ladrillo visto.2
Frecuentemente se ha considerado a la plaza de toros de Madrid de Rodríguez Ayuso y Álvarez Capra de 1874 como el inicio del neomudéjar, que sería seguido por otros arquitectos como Enrique María Repullés y Vargas, Joaquín Rucoba, Augusto Font Carreras, José Espelius Anduaga, Felipe Arbazuza o Aníbal González.1
Plaza de Toros de Madrid
Sus características inmutables serían: la utilización del ladrillo como elemento principal constructivo, y el uso decorativo de motivos islámicos como lazos, rombos, arcos de herradura, etc. Todo ello concebido como herencia de ese gusto por lo exótico propio del romanticismo, y que ya desde el siglo XVIII se dejaba notar en la arquitectura europea, fruto del pintoresquismo.
El Estilo Neo-mudéjar en Costa Rica:
Así, con los nombres de “morisco”, “andaluz” o “español”, el neomudéjar pasó pronto a América de la mano de arquitectos y artesanos peninsulares, o como parte de la oferta del eclecticismo entonces en boga.
De ese modo, por ejemplo, apareció en San José hacia 1893. Se trata del implante que de un balcón morisco se le hizo en Bélgica –su lugar de origen– al prefabricado edificio de estampa neoclásica del que sería precisamente el Edificio la Alhambra San José, llamado el primer rascacielos de S.J.de la firma J. R. R. Troyo, en la calle 2 y las avenidas Central y 2.
Almacén La Alhambra en San José.
Cosmética y arquitectura.
En la ciudad hay varias aplicaciones superficiales como aquella, casi todas con seguridad de inicios del siglo XX: así, las que adornan la puerta principal y la ventana derecha de la casa que por décadas ha ocupado la Sociedad Teosófica, al pie de la Cuesta de Núñez.
Otras aplicaciones engalanan el vestíbulo del inmueble de la Edificio de la Librería Católica, San José, en la esquina suroeste de la avenida 4 y la calle 1, donde, además del exquisito trabajo de las maderas labradas en los zócalos, luce una delicada pintura de llamativos colores e islámicos motivos en el cielo raso.
Lo impostado de tal decoración –en una casa criolla como esa o en una victoriana como la anterior– no es de extrañar pues, en San José, los lenguajes historicistas se adoptaron muchas veces en las fachadas, mientras que la distribución interior de las viviendas seguía siendo la tradicional.
Tal es el caso de la vivienda que fue del español Mariano Álvarez Melgar. Muy activo entre sus compatriotas, hacia 1912, Álvarez fue vicecónsul de España en nuestra capital, por lo que en el antejardín de su residencia llegó incluso a ondear un pabellón de su país, como muestra una fotografía de época.
Ubicada en la esquina suroeste de la avenida 9 y la calle 3 bis, fue construida en ladrillo en 1910 siguiendo una planta, una distribución y una volumetría netamente criollas, mas decoradas por entero en una estética neomudéjar que da a entender su referente.
En el mismo barrio, sobre la calle Central, entre las avenidas 7 y 9, parapetada sobre una terraza y con estrecho acceso de fortín, se encuentra una vieja casa neomudéjar donde por años funcionó un night-club llamado –no en balde– El Alcázar. Arriba se aprecia su simétrica disposición de mezquita, sus volúmenes apenas horadados al frente por tres arcos lobulados, y, en su fachada, las huellas de lo que pudo ser una decoración aplicada, hoy desaparecida.
De castillos a patios. No obstante, en el cruce de la avenida 11 con la calle 3, se ubica nuestra más importante construcción neomudéjar: el llamado Castillo del Moro, San José. Se levantó en ladrillo según un diseño atribuido al ingeniero constructor catalán Gerardo Rovira, y data de 1930.
Encargo del comerciante español Anastasio Herrero Vitoria, la singular vivienda, en efecto, posee una concepción espacial que responde al de una fortaleza morisca, emplazada en el bajo de Amón sobre una plataforma con cocheras como sótano, pedestal al que siguen tres niveles.
La vivienda se realizó con materiales y decoraciones interiores y exteriores traídos enteramente de España por su dueño, y se caracteriza por la profusión de arcos de herradura, ménsulas y almenas, encajes y filigranas, coloridos vidrios y mosaicos; y, rematando el conjunto, se ve una cúpula de bronce que evacúan las únicas gárgolas conocidas en San José: una obra para admirar.
Casi una década después, en 1939, se iniciaba en Cuesta de Moras lo que sería la Casa Presidencial, hoy la Asamblea Legislativa. Diseño del arquitecto José María Barrantes, era un gran edificio neocolonial al que la Segunda Guerra Mundial dejaría sin concluir.
No obstante, todavía en 1943 se terminaría una de sus partes: el denominado originalmente “Jardín de la Madre Patria España”, patio interior que evoca al palacio de la Alhambra y que sería la última manifestación del neomudéjar en la ciudad.
Obra integral en concepción y diseño, se debe al arquitecto catalán Luis Llach, mientras que la excepcional calidad artesanal del modelado es del también español Mario Romero Fucigna. Ambos trabajaron para la empresa constructora Adela viuda de Jiménez e Hijos.
Evocándolo, el investigador Fernando González parece hacerlo también con las otras obras que dejó en la ciudad el arribo de lo moro:
“Allí quedó un oasis, un patio con su fresca fuente, la infaltable agua de los patios islámicos, las arcadas alrededor […], con sus arcos lobulados y sus delicadas y esbeltas columnas, la policromía de los mosaicos, los paños de sebka; es decir, con su intrincada red de rombos sin calados, primorosamente trabajados en yesería; todo forma un bello interior que, si no alcanza la exuberancia del período andaluz Nazarí, lo recuerda, lo recrea y le hace un bello homenaje” (Luis Llach: En busca de las ciudades y la arquitectura en América ).
Referencias:
Universidad de Barcelona (ed.). «Refuncionalizaciones polémicas, plazas de toros y arquitectura neomudéjar: algunos ejemplos en España». Consultado el 24 de noviembre de 2009.
UNED (ed.). «Neomudéjar versus neomusulmán: definición y concepción del medievalismo islámico en España.». Consultado el 23 de julio de 2012.
Reportaje de La Nación El neomudéjar. La estética historicista española que dejó su huella en San José. 17 nobiembre 2013.
Nació en El Puerto de Santa María, (Cádiz, España), el 2 de julio de 1763 y fue bautizado en la parroquia de los Milagros de esa ciudad el 4 de julio. Sus padres fueron Nicolás Francisco de Cañas-Trujillo y García de Pastrana (nacido en 1735) y Magdalena Sánchez de Madrid y Bacaro, ambos nacidos en El Puerto de Santa María, que casaron el 4 de junio de 1758. Tanto por su línea paterna como por la materna descendía de prominentes familias hidalgas y su madre era sobrina del marqués de Casa Madrid. Seguir leyendo Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid, primer Jefe Político de C.R.→
Resumir los momentos descollantes de la arquitectura costarricense en tan breve espacio sería un intento temerario; por ello sólo anotaremos algunas de las características peculiares, si cabe decir, características costarricenses, de la arquitectura de los períodos llamados colonial, republicano y victoriano. Antes de responder a la pregunta ¿existe una arquitectura costarricense?, que sirve como título a esta conferencia, anotaré algunos conceptos básicos en que se basa la respuesta:
-En determinados períodos y lugares se generó una manera propia de construir, un estilo, sea este Egipcio, Griego, Gótico. Estas civilizaciones tuvieron capacidad de difusión cultural, y estos estilos fueron adoptados por otras naciones.
Fue un político y diplomático costarricense, Presidente de la República, del 27 de abril al 9 de agosto de 1870, con el título de Jefe Provisorio de la República, luego del golpe de Estado de Tomás Guardia Gutiérrez contra Jesús Jiménez Zamora.
Biografía
Hijo de Miguel Carranza Fernández (vicejefe de Estado de 1838 a 1841) y Joaquina Ramírez y García, nace en San José de Costa Rica el 5 de octubre de 1822. Miembro de la Logia Unión Fraternal de la masonería costarricense de la cual fue Venerable Maestro. Seguir leyendo Bruno Carranza Ramírez, Octavo Presidente de Costa Rica→
José María Montealegre Fernández cuarto Presidente de Costa Rica. Fue Presidente Provisorio del 14 de agosto de 1859 al 29 de abril de 1860 y Presidente constitucional del 29 de abril de 1860 al 8 de mayo de 1863.
Datos personales
Nació en San José de Costa Rica el 19 de marzo de 1815. Fue el hijo primogénito de Mariano Montealegre Bustamante y Gerónima Fernández Chacón. Su hermana fue Gerónima Montealegre de Carranza, quien se casó con Bruno Carranza, presidente provisional de Costa Rica.
Casó en primeras nupcias en San José en abril de 1840 con Ana María Mora Porras (1819-1854), hermana de los Presidentes Miguel Mora Porras y Juan Rafael Mora Porras. Hijos del matrimonio Montealegre Mora fueron Juan Gerardo, casado con Rafaela Mata Brenes, hija de Juan Rafael Mata Lafuente, canciller de Costa Rica en 1869 y 1876, Ana Benita, Ana Julia, Ana Sara (estas dos últimas fallecidas en la infancia), Rosa Ana María, Ricardo Montealegre Mora, Sara (casada con Rafael Gallegos Sáenz), José María, Manuel Ana (fallecido en la infancia), Manuel Joaquín, Dolores y Mercedes. Seguir leyendo José María Montealegre Fernández, Cuarto Presidente de Costa Rica→
Cuando por fin la nueva e incipiente colonia de la Costa Rica empezaba a surgir, con haciendas de cacao en Matina y maíz en Nicoya y Esparza, empezaría un legaje oscuro y muy difícil para esas generaciones. Llegaban los piratas en busca del oro. Las haciendas quedaron en abandono y el comercio muy contraído ante la amenaza de los corsarios.
El imperio latino americano exportaba a España la plata, el oro, y las piedras preciosas de las minas de toda su colonia americana que se extendía desde California por México hasta las tierras sureñas argentinas. Un vasto imperio que también incluía a las Filipinas y otros países ricos y súbditos de la Corona. Con el fin de capturar valiosos tesoros, los reyes tanto de la Gran Bretaña como de Francia, volvían sus ojos hacia las riquezas de la Corona Española. Seguir leyendo Piratas en Costa Rica→
Ricardo Jiménez Oreamuno, político liberal, Presidente de Costa Rica en tres ocasiones. Fue una de las figuras públicas más connotadas del país durante la primera mitad del siglo XX. Era una persona muy respetuosa de las libertades públicas y fiel creyente en el valor de la educación.
Fecha de nacimiento: 6 de febrero de 1859, Cartago, Costa Rica
Fallecimiento: 4 de enero de 1945, San José, Costa Rica
Padres: Jesús Jiménez Zamora
Partido: Partido Republicano
Hermanos: Manuel de Jesús Jiménez Oreamuno
Abuelo: Ramón Jiménez y Robredo
Nació en Cartago, Costa Rica, el 6 de febrero de 1859. Fue hijo del también Presidente Jesús Jiménez Zamora y de Esmeralda Oreamuno Gutiérrez, hija del también Jefe de Estado Francisco María Oreamuno Bonilla.
Se casó en primeras nupcias con Beatriz Zamora López y en segundas con María Eugenia Calvo Badia. De su segundo matrimonio tuvo una hija, Esmeralda Jiménez Calvo.
Cursó sus estudios en el Colegio de San Luis Gonzaga de Cartago y se graduó de Licenciado en Leyes en la Universidad de Santo Tomás, de la que fue Rector interino en 1888. Publicó un Curso de Instrucción Cívica y numerosos artículos y ensayos sobre temas públicos y jurídicos. Seguir leyendo Ricardo Jiménez Oreamuno…20, 26 y 28 Presidente de C.R.→
En la segunda mitad del siglo XVIII los pobladores de la Boca del Monte empezaron a usar el término “La Villita” o “Villa Nueva” para nombrar al poblado que en 1801 el Gobernador Tomás de Acosta designó de oficio, “San José”. El asentamiento se había creado por orden del Cabildo de León.
Gobernador Tomás de Acosta.
En 1736 encargó al sacerdote Juan Manuel de Casasola y Córdoba que edificara una ermita y trasladara a los habitantes del Valle de Aserrí. El prelado encomendó la misión al santo José. La capilla -en el sitio actual de la Tienda Scaglietti- quedó en abandono hasta 1747. Indígenas y mestizos se negaron a dejar sus tierras comunales y alegaron falta de agua. El desplante lo atendió el sacerdote Juan de Pomar y Burgos: ordenó sacarle un cauce a la Quebrada del Río Torres.
Después el Alcalde de Cartago, Tomás López del Corral, declaró pena de cien pesos de multa, castigos corporales, quema de ranchos y destierro contra las gentes del Valle que se negaran a poblar la Boca del Monte.
De modesto aspecto era la catedral de San José en 1858. Es reflejo a la vez de la sencillez en la vida urbana de la capital de Costa Rica. Lit. Ramón Páez. Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit.
A partir de 1972 abrió la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, primera en el país, con la visión de crear una arquitectura responsable con el entorno, liderada por los arquitectos Rafael Ángel García, Jorge Bertheau y Edgar Brenes. El primer arquitecto graduado fue Ibo Bonilla en 1977, y con él se integraron al medio nacional nuevas generaciones de profesionales que se caracterizaron por mantener una actitud de diseño experimental, interesados en contribuir con la resolución de los problemas nacionales. Antes de finalizar el siglo, otras universidades públicas y privadas habían abierto la carrera de arquitectura.
Plaza de la Cultura, San José (sitio webelsalvador)
Alrededor de 1980 la industria turística del país recibió un nuevo impulso, favorecida por los procesos de paz de la región, la sensibilización del turismo internacional hacia los recursos naturales y la biodiversidad, y por la promoción de las políticas de conservación de áreas silvestres y de parques nacionales dictadas por el Estado en la década anterior.