Cuando por fin la nueva e incipiente colonia de la Costa Rica empezaba a surgir, con haciendas de cacao en Matina y maíz en Nicoya y Esparza, empezaría un legaje oscuro y muy difícil para esas generaciones. Llegaban los piratas en busca del oro. Las haciendas quedaron en abandono y el comercio muy contraído ante la amenaza de los corsarios.
El imperio latino americano exportaba a España la plata, el oro, y las piedras preciosas de las minas de toda su colonia americana que se extendía desde California por México hasta las tierras sureñas argentinas. Un vasto imperio que también incluía a las Filipinas y otros países ricos y súbditos de la Corona. Con el fin de capturar valiosos tesoros, los reyes tanto de la Gran Bretaña como de Francia, volvían sus ojos hacia las riquezas de la Corona Española.
Se podrá comprender en parte, porque la Corona Española no usaba su nueva riqueza para incrementar la industria, la vivienda o el bienestar de España, sino para promover la guerra. Cualquier ofensa o ligereza significaba la guerra y España se regía por el signo Marte, el dios de la guerra. Además gracias a la terrible intransigencia religiosa, culminada en la Santa Inquisición, la tortura y subsiguiente ejecución de los marinos ingleses capturados, como herejes fueron quemados en la hoguera. Claro, solo después de pasarse a la verdadera religión. ¡O sea mejor matarlos ya, antes de que se cambien de nuevo de religión! ¡Así van salvados!
Ese trato a los prisioneros ingleses despertaba un odio tan grande hacia los españoles, que la Reina de Inglaterra empieza a otorgar licencias especiales para capturar tesoros en los mares españoles. Las licencias de “marqué”, les quitaban la pena de la horca por ser piratas y a la vez un porcentaje importante se entregaba a la Reina.
El Drake pirata y héroe:

El más famoso de todos fue Sir Francis Drake (dreik). Para los españoles era el demonio encarnado y lo llamaban el draque. Costa Rica también tiene la Bahía Drake, que es uno de los lugares más inaccesibles del País. Es la entrada natural a Corcovado en la Península de Osa. Descubierta por Drake en 1579, es accesible solo por el mar. Bueno, pero para los ingleses, era un héroe nacional. Salvó a la débil Inglaterra del ataque de los españoles, cuando por su ingenio y conocimiento naval, ordenó lanzar pequeñas embarcaciones contra la Armada de España. Esos pequeños barcos, cargados de aceite y material altamente combustibles se alistaron en pocas horas.
En el Canal de la Mancha, frente a las costas francesas una flota gigantesca zarpaba con el ejército del General Sidona Medina a la conquista de Inglaterra. A pocas millas náuticas de la costa el viento cambió su rumbo, como era común y conocido por los marinos ingleses, y la flota española se queda paralizada esperando un cambio favorable del viento. Con la fuerza del viento que salía del oeste en dirección hacia la costa de Francia, son lanzados los barcos de fuego a la cual no puede escapar la Armada, la cual es quemada y hundida. Solo unos pocos se salvan de la mala maniobra. Muchos de esos españoles al escapar, logran llegar a Irlanda, fundándose muchas familias futuras de origen español.
En 1579, el terrible Drake de nuevo cursaba por la Isla del Caño y el Golfo Dulce. El Obispo Antonio Zayas desde León en Nicaragua, ofrece las campanas de la catedral para fundirlas en cañón para defensa del país. Pero partió de nuestras aguas territoriales y muchos decían que simplemente había desaparecido. ¡Toda la costa estaba en alerta esperando al temido perro del mar! Las embarcaciones en buen puerto y todo el imperio español lo buscaba. Como propio del mismo demonio, había desaparecido.
Héroe de mil batallas, Drake se había introducido al vasto y desconocido Mar Pacifico, en donde meses después llega al Lejano Oriente. Usando las artimañas propias de su ingenio, captura el Barco Negro, una gigantesca nave cargada de especies, riquezas, sedas que zarpaba de Manila en las Filipinas cada año y era el sustento de la Corona Española. Ese tesoro es entregado a Elizabeth I de Inglaterra y salva así a la corona inglesa. ¡A su regreso a Inglaterra, las campanas de las iglesias repicaban de alegría y es hecho Caballero, Sir Francis Drake! La ha salvado de la Armada y ahora de nuevo en las finanzas públicas.
Morgan y Mansfeld:

En el año 1666, 700 hombres bucaneros llegan a Matina capturando ese puerto fluvial y deciden avanzar sobre Cartago, legendaria ciudad de oro. Un indígena llamado Esteban Yapirí, logra huir y dar aviso a las autoridades de Cartago. Don Juan López de la Flor, Gobernador sale para Quebrada Honda a preparar las defensas.
Los temibles luteranos, llegan a Turrialba y toman a una mujer de rasgos indígenas para interrogarla sobre las fuerzas españolas en el área. El inglés Henry Morgan y el holandés Eduard Mansfeld los dos capitanes que emprendían la escalada hasta Cartago, ya venían incómodos lejos del mar.
La indígena les explica la difícil trayectoria que falta por llegar a Cartago y de los rumores de un ejército de españoles que se preparaban para el combate. Dice José Francisco Peralta, insigne historiador de la colonia y de la joven república, que hasta una mula que capturaron los expedicionarios demostraba su mal genio al no dejarse ensillar. El mismo Morgan no pudo controlar al animal incólume. ¡Buena, es que era la mula del Capitán Bonilla!
El Capitán Alonso de Bonilla:
Al mismo tiempo, el ejército español, que consistía de un pequeño destacamento con unos pocos hombres, decidió tomar la ventaja y así lo hicieron. El intrépido Capitán Bonilla, según los relatos históricos, una buena mañana de neblina y temporal, hizo sonar tambores y cornetas. A la vez hicieron explotar cargas de pólvora y fomentar toda la bulla posible. Los temibles empezaban a sentir ellos mismos el temor a lo desconocido, por lo que el Capitán Morgan y Mansfeld dan la orden de regresar de inmediato a la seguridad de las naves en Matina. La silenciosa pero rápida retirada por el Río Reventazon hasta llegar a Matina, sorprendió más al ejército español ya que con 700 hombres tenían la fuerza para llegar sin oposición alguna hasta Cartago. Un pirata holandés también cronista de apellido Exmelín, relata años después en un libro publicado en Europa en ese entonces, que la razón por la rápida fuga de Turrialba, fue una disputa entre los ingleses de Morgan y los franceses de Mansfeld por los víveres.
Al no tener otra ley que el saqueo y el pillaje, lo normal sería pelear. El intrépido Capitán Alonso de Bonilla, de quien se conoce poco, salva a Costa Rica de la plaga de los bucaneros del Caribe.
Los Cartagos, no atribuían los hechos jamás a la inteligencia nativa del Capitán Bonilla, sino a la intervención divina. Los Cartagos habían hecho “promesas, sin cuento”, a la Virgen de Ujarrás, para salvarse de la terrible peste de los piratas invasores. Al salir huyendo, era claro que sola la fuerza divina los hubiese espantado. Se recordaban del Apóstol Santiago que desde el último rincón de España, en Santiago de Compostela, salió a defender y a vencer a los ejércitos de los moros.
Los Cartagos no podían creer en su salvación y dieron rienda suelta a las celebraciones. Durante muchos días sonarían las campanas y de ahí el Gobernador de Costa Rica le otorgó el titulo de Generalísima de la Provincia a la Virgen de Ujarrás y le otorgó también un bastoncito de pura plata, como símbolo de su divino poder. Un tiempo después un Obispo de Nicaragua donó una pequeña fortuna para que se mandara a hacer una tableta con la historia de estos hechos y sobre la intervención de la Virgen del Rescate de Ujarrás. Aun hoy, es la Capitana de la Fuerza Pública de Costa Rica.
Morgan murió con títulos reales y riquezas en Jamaica. Mansfelt fue capturado por fragatas españolas y ejecutado en Portobelo, Panamá.
La Captura y Quema de Nicoya:
En 1687, los piratas frente a las costas del Pacifico, sembraban el terror. Cualquier embarcación sería capturada y era muy riesgoso darse a la mar. La esposa del nuevo alcalde de Nicoya, fue capturada cruzando desde Caldera a Nicoya. Esa peligrosa travesía era una constante tentación para los bucaneros. La mantuvieron cautiva hasta lograr el pago de su rescate. El 12 de febrero de 1687, los Capitanes Sharp y Dampier, se lanzan al ataque contra Nicoya. Años después, en un libro escrito por Rameneau de Lussan, un corsario que acompañaba a los piratas del Pacifico describe en 1684, la curiosa invasión y la costumbres de los corsarios.
“Nicoya era de aspecto bastante agradable, con buenas iglesias, aunque las casas no estaban tan bien construidas. Altas montañas rodeaban la población”… Antes de prenderle fuego a toda la ciudad, la única en toda la zona de la ahora Guanacaste, dice Rameneau que los corsarios franceses tenían la costumbre de sacar todas las imágenes sagradas que ellos mismos reverenciaban. También con el fin de que no cayeran en manos de sus compañeros ingleses que los profanaban y destruían con particular felicidad. Ya una vez sacadas de los templos y de las casas de los particulares, los franceses empezaban un “Te Deum”, dando gracias a Dios por salir bien librados del saqueo y destrucción que ellos mismos promovían. Daban gracias a Dios por la destrucción de la ciudad, el pillaje, las violaciones y tanto daño que hicieron.
La Isla del Tesoro:
A los años fueron terminando los peligros de los piratas. Únicamente que los futuros piratas dejaban la Costa Rica y se trasladaban a otros sitios ricos en oro y plata. Como Benito el Bonito y Thompson. Cuando llegaba el Libertador de América, Simón Bolívar a Lima, las autoridades españolas tuvieron el único recurso de solicitar la ayuda del capitán Thompson, de nacionalidad norteamericana y cuya nave estaba en puerto. El aceptó ayudar en este momento de calamidad nacional, ya que El Libertador estaba a punto de tomar la ciudad. Sacaron los tesoros de oro de las iglesias y con un contingente de diez soldados españoles para su custodia izaron anclas y el valioso tesoro nacional salió con destino a la madre patria.
Solamente que el Capitán Thompson, había visto una Madonna de tamaño natural de oro puro que salía de la catedral de Lima, y esa noche desaparecieron los guardias y nunca fueron vistos más. Este tesoro llegó a Costa Rica por ser el único lugar con agua potable. Un escuadrón marítimo inglés estaba de custodia cerca del Cabo de Hornos en el sur y al norte la fuerza naval de Norte América. ¡Sin un lugar propicio donde escapar el tesoro desapareció para siempre!
¡Pero siempre se rumoraba que el dichoso cargamento de la catedral y del imperio español fue depositado y enterrado en secreto en la Isla del Tesoro!
¡Robert Louis Stevenson escribió sobre esta isla fantástica y misteriosa! La Isla del Tesoro con los bucaneros ingleses. Ahh… y también el tesoro del terrible Benito el Bonito.
¡La isla del tesoro es la Isla del Coco!
El oro está ahí escondido. No es el oro de los españoles, ni el oro negro del petróleo, sino que ahora es el oro verde de Costa Rica. El verde del país ecológico a quienes los turistas vienen a compartir y disfrutar. ¡Mas valioso que los tesoros del temido Drake o Morgan! Es el oro de la bella y singular democracia de Costa Rica.(1)
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Referencias:
(1) Fraser Pirie. Mi Cartago, boletín 15 diciembre 2009.
(2) Periódico La Teja.