
Se trata del alma en pena de un caballero montado a caballo, que se aparece en la pampa guanacasteca las noches de luna llena.
La leyenda cuenta que se trata del hijo de un administrador de una hacienda de Guanacaste, un muchacho apuesto pero de mal carácter que quería conseguirlo todo a su manera aunque fuera por las malas.
Se enamoró de una hermosa joven que era sobrina suya, la cual no correspondía su amor, por el carácter de él y por ser familiares. Además, ella estaba enamorada de un humilde sabanero que trabajaba en aquella hacienda, con quién se veía a escondidas a la sombra de un pequeño árbol de guanacaste. Allí les sorprendió el amante quien, despechado, quiso matar de un tiro a la muchacha, pero interponiéndose el enamorado sabanero, la bala ultimó la vida de ambos.
Enterado el padre de la joven de lo sucedido, con el dolor de su alma maldijo al asesino, condenándole a vagar por los llanos sin descanso por todos los siglos de los siglos.
«Dicen que es el alma de don Alfonso que arrepentido vaga por los siglos de los siglos.»—Jesús Bonilla.
«El fantasma de los llanos.»
Referencias:
Zeledón Cartín, Elías (2000). Leyendas costarricenses (4ª edición). Heredia, Costa Rica: Editorial de la Universidad Nacional. pp. 286 páginas. ISBN 9977-65-133-7.