Teatro Adela, 1924-1990.

Ubicado en Calle 10, entre avenidas 1 y 3, San José.

Algo de historia…

Para 1922, funcionaban en San José cuatro teatros privados: el Variedades, el Moderno, el América y el Trébol, además de varios “salones-teatro” que cumplían también la función de centros para espectáculos de variedades y proyecciones cinematográficas. Entonces, el 26 de octubre de ese año, el diario La Nueva Prensa anotó:

El Teatro Adela en construcción, 1923. En el proceso se utilizaron bloques huecos de concreto reforzados con acero estructural y estructuras de acero para la techumbre. Fotografía de autor no determinado.

Perry Girton fue un empresario norteamericano que se vino a Costa Rica a probar fortuna y con algo de conocimiento sobre teatro y cine se estableció en la capital de San José. Girton tenía a su cargo la representación de varias casas norteamericanas productoras de películas y la posibilidad de traer espectáculos en vivo a la ciudad, lo que lo llevaron a alquilar el Teatro Moderno; algo que haría también con el nuevo teatro.

Teatro Adela…Adela Gorgollo | Mi Costa Rica de Antaño
Adela Gargollo Freer.

Adela Gargollo Freer:

En realidad el nuevo teatro que se levantaba, Girton sería arrendatario y no propietario. Su dueña era la conocida empresaria Adela Gargollo Freer (1866-1947), viuda del ingeniero-arquitecto y general de división Lesmes Jiménez Bonnefil (1860-1907). Mujer de extraordinario empuje, para entonces había convertido una pequeña fábrica de baldosas hidráulicas y tubos de concreto, creada por su marido en 1907, en la primera empresa constructora del país.

Guillermo Jiménez Gargollo.

No obstante, la idea de aquella expansión de sus intereses comerciales no había sido de la emprendedora dama, sino de su hijo Guillermo Jiménez Gargollo quién, tomando en cuenta la densidad de población del distrito Merced, al noroeste de la ciudad, y lo distante que le quedaban a aquellas gentes los centros de espectáculos, propuso la iniciativa.

Mas, considerando la matrona que los cuatro grandes teatros dichos eran más que suficientes para satisfacer las necesidades sociales de la ciudad –que apenas llegaba a los 40.000 habitantes–, objetó de entrada el proyecto. No le vio perspectivas al negocio, hasta que Girton se presentó con una oferta de arriendo por adelantado: 1500 colones al mes por cinco años.

Cierra el Teatro Trébol:

El 6 de diciembre de 1923, el Diario del Comercio anunciaba la desaparición del céntrico y exitoso Teatro Trébol –ubicado en avenida Central, entre calles 4 y 6–, ausencia que a juicio del autor de la nota, sería “bastante sentida por las personas que gustan de las películas americanas, que ahí se proyectaban a precios populares” (Desapareció el Teatro Trébol).

Inauguración del Teatro Adela:

Casi un mes después, empero, en lo que retrospectivamente podemos interpretar como una especie de compensación urbana, el nuevo teatro –que llevaría en adelante el nombre de su propietaria– abriría sus puertas. Así, el 3 de enero de 1924, se inauguró el Teatro Adela y, según el periodista Fernando Borges:

“Profusamente iluminada su fachada, el coliseo ofreció esa noche un aspecto de gran fiesta. Los 520 asientos de platea y 140 de palcos, apenas alcanzaban a cubrir la demanda de entradas de la décima parte de las personas que las solicitaban pagándolas con premio. Ocupando el palco de honor, con sus hijos y algunas amistades, doña Adela honró el acto de inauguración de su teatro” (Teatros de Costa Rica).

Diario El Comercio, 3 de enero de 1924.

Pese a que la apertura del teatro se había anunciado “con una compañía de primera clase de operetas, dramas y zarzuelas”, en realidad estuvo a cargo del cómico Mirko con sus imitaciones femeninas, además de su encarnación del mago y ocultista –reputado de “indú”– Dr. Richiardi; espectáculo doble que había hecho la temporada de diciembre en el Variedades, por lo que no resultaba una novedad.

Parte interna del Teatro Adela.

Eso sí, el acto, amenizado por la orquesta Nieto “con un selecto programa”, culminó con la proyección de “El Hombre Mosca” (Safety Last!, 1923) protagonizada por Harold Lloyd, “el mejor artista, el Príncipe de la Risa”. No obstante, gracias a la gestión de Girton, en adelante no faltaron en el Adela buenos espectáculos.

Por eso, fueron varias las compañías españolas de zarzuela y opereta que allí se presentaron, alternando con un sinnúmero de solistas de diversas artes y géneros, además de los aquí populares encuentros de boxeo, claro está.

De teatro a cine. No obstante, la aparición del cine en San José desde finales del siglo XIX, había venido minando poco a poco el potencial de las artes escénicas, fueran estas nacionales o extranjeras; algo de lo que no escapó el Adela que, como vimos, programaba películas desde su inicio.

1924. Fachada del Teatro Adela. Fotografía de Jorge Arturo Vindas.

No en vano, la demanda de la diaria tanda de las 7 p. m. llegó a ser tal que, en 1927, tuvo Girton que ampliar el aforo, construyendo una segunda fila de palcos en alto y añadiendo una sección posterior de galería. A aquella función, por cierto, era muy aficionada doña Adela; pues, como recordaba su nieto, el pintor Guillermo Jiménez Sáenz:

“Iba todas las noches. Sus artistas preferidos eran Pola Negri, Gloria Swanson, Mary Pickford, los Barrymore. Se divertía con Harold Lloyd, pero Chaplin no le hacía gracia; tampoco el Gordo ni el Flaco. Disfrutaba con Charles Boyer, Marlene Dietrich. Vibraba con Greta Garbo, Maurice Chevalier, Loretta Young, Douglas Fairbanks, John Gilbert. Creo que se enamoró de Ramón Novarro en Ben Hur y de Ronald Coleman en El prisionero de Zenda

1982. Fotografía de Jorge Arturo Vindas.

“Otra de sus películas predilectas fue María Antonieta con Norma Shearer y Tyrone Powell. (…) Pero el filme que más vio en su vida, fue Allá en el Rancho Grande, pues los Soler y Sara García, a quienes conoció en México, eran sus amigos” (Doña Adela). Mexicano, también, fue el empresario teatral Ignacio R. Suarez, a quien pasó el teatro en arriendo en 1928, vencido el contrato original.

Anuncio Publicitario, 1971 (Aporte de Alvaro Chinchilla Arias).

El nuevo administrador lo remozó al dotarlo de los últimos adelantos técnicos, pero respetando tanto el diseño interior como exterior, propio de la arquitectura ecléctica de la época y producto de los planos realizados por Guillermo Gargollo Freer, reputado en el medio constructivo de “arquitecto”. Años después, en 1939, el circuito Raventós –que había tomado el lugar del de Girton– adquirió el teatro por 190 mil colones.

En manos de esa empresa, que lo destinó exclusivamente al cine, sobrevivió hasta 1990, cuando el elegante inmueble fue clausurado y sometido a una drástica remodelación que, al convertirlo en el Hotel Bienvenido, lo despojó de todo su indudable valor cultural, histórico y arquitectónico… además de su nombre de matrona.

Referencias:

Andrés Fernández, Ancora, La Nación. 2 de enero del 2021.

Fotografías varias de Internet.