A continuación deseo compartir con la comunidad Mi C.R. de Antaño los cuentos del señor Mauricio Perva, un excelente escritor costarricense y quien me ha entretenido en gran manera con su manera tan real de narrar sus bellas historias…
El vapor había llegado al puerto de Limón en aquella cálida y húmeda tarde de mayo, las maletas estaban dispuestas en la entrada de la estación del ferrocarril. Sentados en la larga banca metálica estaba esa familia europea recién llegada. Fue una travesía larga y agotante. Habían salido desde España, huyendo del embate bélico que había iniciado un año atrás en el Imperio Austro-Húngaro. Ahí estaba sentada la madre con sus seis meses de gestación, una española nacida en Alcalá de Henares de bellos cabellos castaños que caían hasta su cintura. Al lado de la mujer que pasaba los treinta años, estaba pensativo y tan serio aquel mozo nacido en Viena, de bigote prominente, de evidente calvicie y de porte impecable desde su fina camisa color blanca, hasta sus botas de cuero con broches metálicos, y al otro extremo de la banca color verde, juguetones e inocentes, estaban tres niños rubios, de ojos celestes y tan parecidos a su padre. Junto a la madre, la única niña de aquel matrimonio -emparentado con la casa real de los Habsburgo de Austria-, tocaba con gran suavidad el fecundo vientre de su madre. Tenía aquella niña algo tan especial, había en su mirada ternura y amor. Era la hija mayor.
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