En la segunda mitad del siglo XVIII los pobladores de la Boca del Monte empezaron a usar el término “La Villita” o “Villa Nueva” para nombrar al poblado que en 1801 el Gobernador Tomás de Acosta designó de oficio, “San José”. El asentamiento se había creado por orden del Cabildo de León.

En 1736 encargó al sacerdote Juan Manuel de Casasola y Córdoba que edificara una ermita y trasladara a los habitantes del Valle de Aserrí. El prelado encomendó la misión al santo José. La capilla -en el sitio actual de la Tienda Scaglietti- quedó en abandono hasta 1747. Indígenas y mestizos se negaron a dejar sus tierras comunales y alegaron falta de agua. El desplante lo atendió el sacerdote Juan de Pomar y Burgos: ordenó sacarle un cauce a la Quebrada del Río Torres.
Después el Alcalde de Cartago, Tomás López del Corral, declaró pena de cien pesos de multa, castigos corporales, quema de ranchos y destierro contra las gentes del Valle que se negaran a poblar la Boca del Monte.

de San José en 1858. Es
reflejo a la vez de la sencillez en
la vida urbana de la capital de
Costa Rica. Lit. Ramón Páez.
Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit.
En 1812 las Cortes de Cádiz crearon el Municipio de San José a petición del presbítero Florencio del Castillo. En 1838 se derogó el decreto que había establecido la Capital en Tibás. Se trasladó a San Juan del Murciélago y se formaron los siguientes Cuarteles o centros de población con un número mayor de cien casas. San Juan, 193 casas; San Pedro, 111; San Vicente, 142; San Isidro, 160; La Uruca y San Francisco, 121; San Gabriel, 200; San José, 198 casas. San José, ubicado al costado izquierdo del río Virrilla era el núcleo principal de diez distritos parroquiales: Merced, Carmen, Mata Redonda, El Mojón (San Pedro), San Juan, San Vicente, San Isidro, Los Santos (parte de Goicoechea), Zapote y Alajuelita. Al cabo de cien años del decreto del Cabildo de León, el estadista Braulio Carrillo le dio a San José el rango de Capital de Costa Rica: el 27 de mayo de 1839, luego de la Guerra de la Liga.
El cronista Gonzalo Chacón Trejos escribió esta imagen elocuente de la Villa de San José, en 1828. “Desde el bajo de la Cuesta de los Moras hasta el Cuartel de Armas, casitas de adobes, bajitas, encaladas, con tejas rojas y ventanas de rejas de madera torneada (…) Al oscurecer, los piadosos vecinos ponen en las ventanas velas de sebo o candiles de higuerilla (…) En las casas del centro viven los ricos y poderosos, grandes casonas con amplios corredores empedrados que dan a la calle, y en cuyos horcones dejó la soga sus huellas (…) se ven algunas linternas con vidrios de colores que pregonan a distancia la riqueza de la casa en un alarde luminoso de lujo (…) Silenciosa, minúscula, con algunos ranchos pajizos y calles de tierra, sin alumbrado público, la ciudad parece dormida en tanto los habitantes esperan en las duras camas de pabellón (…) o en las rígidas cujas de esterilla (…) En la madrugada la mecha de los candiles se apaga, falta de aceite; se consumen las velas; las linternas de vidrios de colores ya no alumbran los corredores emboñigados de las casonas del centro (…).”
Referencias:
- Abarca Vásquez, Carlos Alberto
Forjadores de Costa Rica / Carlos Alberto Abarca Vásquez, Heriberto
Valverde Castro, Edwin Salas Zamora. – 1 ed. –
Heredia, C.R. : Editorial Forjadores, 2009.