El Barrio Iglesias Flores es un barrio perteneciente al Distrito Merced en San José, ubicado entre Barrio México y La Uruca, conocido por ser uno de los pioneros en vivienda popular en la capital costarricense.
En la década de 1930, un vecino del lugar, el señor Marcelino García Canales, describió así el llamado Caserío de la Cruz Roja: “En un rincón agreste de la ciudad coqueta, / formado por el cauce del enturbiado río, / como en un anfiteatro de palco y de luneta, / se agrupan las casitas del insólito caserío. (…) Son tres largas hileras de casitas muy quietas / las que forman el barrio de tosco pedrerío; / una a una tras otra, con corredor y puertas, / parecen un enjambre al pie de un cerro umbrío”.

Historia:
A comienzos del siglo XX, San José se había afirmado como el principal núcleo urbano, concentrando las actividades públicas y privadas esenciales para el progreso del país. Sin embargo, más allá de su centro, la ciudad se expandía con una serie de humildes barriadas habitadas por los josefinos de menores recursos.

El sitio escogido era una hondonada en la ribera izquierda del río Torres, al noreste de barrio México, que se había poblado a finales del siglo XIX y era llamada, desde entonces, “Peor es nada”. A la postre, era habitada por una pobretería a la que los cronistas recurrían cada vez que deseaban caracterizar la miseria urbana.
Ahí construiría el empresario Arthur Wolf, en pequeños y alargados lotes, 100 casas de madera pintadas a dos manos, con techo de zinc a dos aguas y corredor de 2 x 6 varas, dos cuartos de 4 x 4, cocina, excusado de cloaca y, a corto plazo, cañería de agua potable. El precio fue de ¢1.800 y los pagos mensuales eran de ¢17, para los que solo se exigía puntualidad, a cambio de lo cual no se cobraría intereses y se incluiría en el monto la escritura de la propiedad.







San José 1987 (Jorge Arturo Vindas).
Nombre del Barrio:
El 19 de febrero de 1926, se inauguró lo que se llamó la Ciudadela de la Cruz Roja Americana; sin embargo, las limitaciones de los servicios públicos para aquella arquitectura sencilla, digna y funcional afloraron muy pronto. La común falta de agua se agudizó; las letrinas, sin agua corriente, despedían malos olores, y un puente que había sobre el Torres ponía en peligro a quienes allí habitaban.
Fue así como, en junio de 1930, el abogado Pedro Iglesias Flores y dos diputados más presentaron en el Congreso un proyecto para rebajar el valor total de las dichas casas, aproximadamente, a la mitad de su precio, con base en un estudio técnico que así lo estimaba. Aprobado el asunto por la Comisión de Beneficencia –que se trasladó al sitio incluso– no solo se fijó el precio en ¢1000, sino que se rebajó su cuota mensual a ¢10.
Por esa razón, los vecinos se mostraron “muy agradecidos con la intervención del Lic. Pedro Iglesias Flores en todos los asuntos que a ellos les interesaban”, por lo que “se dirigieron a la municipalidad (…) solicitando se imponga el nombre de Iglesias Flores a aquel lugar” (ABC, 30 de setiembre de 1930). De ahí que uno de los primeros y exitosos proyectos de vivienda popular en San José y en el país, lleve ese nombre hasta el día hoy.
Referencias:
Andrés Fernández, Historiador, La Nación.
Fotografías de Internet.



