Casa Barrantes Elizondo (Casa la Angélica), San José, Pérez Zeledón, San Isidro del General, 1901-1950

Construida en 1936, la vivienda fue declarada patrimonio histórico y arquitectónico en 1997.

La finca donde se ubica la casa, fue primero propiedad de don Claris Monge, migrante de Santa María de Dota. Él, con esfuerzo y valentía, hace un abra en medio de la montaña virgen y vive allí en un rancho, durante más de una década. Vende luego a don Joaquín Barrantes Retana.

En el mes de agosto de 1913 provenientes de Santa María de Dota, Joaquín Barrantes Retana y su esposa Angélica Elizondo Chinchilla, decidieron transitar la picada de Pedro Calderón y así afincarse en las selvas de El General.

Los acompañaron venciendo el frío de la altura y las extenuantes jornadas, sus tres primeros hijos, el menor con aproximadamente ocho meses de edad.

Restaurada en el año 2004 para convertirse en Museo Regional.

Se asentó don Joaquín primero en Pedregoso de Pérez Zeledón donde desarrollo su primera finca. En 1927 vendió y se trasladó con su numerosa familia a vivir en el viejo rancho que había en la finca que compró a don Claris.

Don Joaquín Barrantes desde que llega se involucra activamente por su mentalidad progresista en las luchas del desarrollo económico y socio político del pueblo. Con ese espíritu propone a «don Chalo» Elizondo Chinchilla, su cuñado, la inquietud de construir una casa para su familia (trece hijos).

Era Don Chalo, nativo de Copey de Dota, hijo de un carpintero y constructor de casas de bahareque, tipo de construcción dominante en la zona y en la época, a mediados y final del siglo XIX.

Este joven había tenido oportunidad, de trabajar, como ayudante de Don Saturnino Gómez, proveniente de Cartago, en la construcción de la Iglesia de Copey de Dota y aprender por observación del constructor, los conocimientos básicos y necesarios de un nuevo modelo de construcción, la madera; el cual ofrecía ventajas con respecto al modelo de construcción anterior, como la rapidez en la obra.

Con este acervo de conocimientos acepta el reto de construir en «La Joyita» de Pérez Zeledón, hoy Barrio Liceo UNESCO, la primera casa bajo su responsabilidad y primera en el Valle de El General.

Alista su vara (medida usada en la construcción en ese momento) y dibuja en un plano (junio, 1935) lo que creativamente había imaginado: ocho dormitorios, salas, comedor, cocina, pasillo, corredor y acera, -de tipo empedrado, no se usó cemento en esta obra- (Se adjunta copia del croquis original elaborado por don Chalo, el cual está por cumplir en el próximo mes cien años de edad, también se incluye reconstrucción en Autocad del plano de distribución original).

Don Joaquín dio el visto bueno. «La Joyita» era rica en maderas. Cuidadosamente don Chalo en octubre de 1935, selecciona ‘los árboles de ira rosa (actualmente en extinción) y chancho blanco. Los alista y cuida del secado y otros detalles.

Hace tablas del ancho de la tuca, aserradas y cepilladas a mano.

Al final prepara el terreno donde se ubicaría la nueva construcción, dándole el nivel a la tierra con la ayuda de fuerza animal. Una yunta de bueyes a la que se le puso una tabla simulando la pala de una moderna máquina, dejó apto el terreno para que se sembraran las ochenta y cinco basas de piedra labradas a mano que sostienen la casa, cada una mide aproximadamente metro y medio y enterradas medio metro.

De aquí en adelante la yunta de bueyes será el medio de transporte diario para el acarreo de madera y otros materiales.

Don Chalo descubre que vive en San Isidro solamente otra persona, coterráneo suyo, con conocimientos de ebanistería que podría ayudarle en esta aventura, Aquiles Valverde Bonilla (+).

Cuando todo estaba listo, don Chalo viaja a San José y en la Ferretería Macaya compra los materiales para empezar, como clavos y zinc, entre otros, los que son trasportados en avioneta. En ese momento el cinc se vende en atados de ocho láminas, a un precio de veinte colones cada uno.

A mediados de la obra, viaja de nuevo a la capital en busca de los materiales que le permitirían terminar, como cerrajería, -llavines, picaportes, bisagras-, canoas, bajantes, vidrios, y pintura. En aquella época esta última era en pasta y se preparaba para aplicarla con aceite de linaza, mediante un delicado y cuidadoso procedimiento.

Después de diez meses de trabajo diario, en jornadas de seis de la mañana a las cinco de la tarde, de lunes a sábado, trabajando únicamente don Chalo y don Aquiles, la casa estuvo terminada.

Aunque la mano de obra fue contratada en seiscientos colones, don Joaquín les canceló mil colones en señal de lo satisfecho que quedó con el trabajo.

En el mes de agosto de 1936 se coloca el nuevo nombre de la finca que lucia en el techo de la nueva casa blanca: «La Angélica».

La nueva vivienda de «La Angélica» pasó a ser la primera y única en San Isidro que incorporó en su construcción, nuevos materiales, desconocidos hasta ese entonces por los colonos: pintura, vidrios, canoas, bajantes y otros elementos como luz eléctrica y cocina de hierro.

La casona con su nuevo estilo y modo de construcción, influyó poco a poco en dejar atrás un tipo de construcción más artesanal, de ranchos, teja y bahareque, en el que la madera que se usaba era sin cepillar ni pintar. Se logró así un salto cualitativo en lo estético, además de protección y comodidad

Su influencia en la fachada y techo empieza a verse en las construcciones de la década posterior (Ej.: Cine Fallas -1940-, casa de doña Paulina Ceciliano Mora (1947), y muchas otras después). Así desde la perspectiva arquitectónica e histórica esta casa deja huella en el patrimonio arquitectónico del cantón.

Referencias:

Centro de Conservación Patrimonio Cultural.

Juan Diego Jara, Periódico La Nación. Alguna información y fotografías.

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