Inundación del Río Reventado, Taras, Cartago, 1891.

Fotografía Bruno Besamusca, Fotos Antiguas de C.R.

No cabe duda que la sociedad cartaginesa de finales del siglo XIX y comienzos del XX, más que ninguna otra en Costa Rica, se vio enfrentada al desafío casi permanente del acontecer infausto, expresado en lo telúrico (célebres por su capacidad destructiva fueron los terremotos de 1822, 1841 y 1910), pero además, en las inundaciones periódicas del furioso Reventado; como por ejemplo, la ocurrida en la madrugada del 27 de octubre de 1891. Según las crónicas de la época, en los tres días que precedieron a la inundación, las lluvias fueron «torrenciales y continuadas».

Fotografía Angelo Azopardo.

En las situaciones catastróficas los cartagineses se sentían a merced de la naturaleza. Durante ellas se generaban tensiones y pánico colectivo. La descripción de la inundación de 1891, según el cronista y educador cartaginés Ramón Matías Quesada Valerín, es la siguiente:

«…Por cinco días consecutivos no se le había vuelto a ver la cara al sol; el cielo estaba de plomo, y el horizonte oscuro como conciencia de criminal. Las gentes vecinas al Reventado pasaron la noche en vela y viendo crecer aquel río enfurecido. A las 5 a. m. del 27 del corriente [octubre de 1891] emprendieron la fuga, el agua había inundado multitud de casas. A la hora en que los gallos cantan para lanzarse a tierra y hacer fiestas a cada hembra que aja del gallinero, todo Cartago estaba en pie. De la parte oriental de la ciudad tropeles de gente corrían desaforadamente hacia el Reventado y turbas pálidas, convulsas y desencajadas, con lo que primero pudieron haber a la mano, huían en busca de los lugares altos del centro de la población…El pánico subió de punto. El ruido hacia el noroeste, era aterrador…el riachuelo se había transformado en un mar de lodo…La rapidez con que bajaba en oleadas aquella masa espesa y color de chocolate era indescriptible. Por cada calle bajaban en confusión horrible, muebles, techos y pedazos de casa, herramientas, troncos, vigas, tablas, animales vivos y muertos, piedras grandísimas y montones de leña…El país entero, conmovido se ha apresurado a ofrecer a Cartago valiosos recursos, que son albergue para los necesitados, pan y consuelo para los que han perdido hasta las esperanzas de volver a ser felices…»

La inundación de 1891 fue provocada por la ruptura de una presa natural a pocos kilómetros de Cartago. Muchas fueron las casas destruidas o parcialmente arruinadas, la gran mayoría aterradas, especialmente en Taras y en los arrabales del barrio El Carmen.

Barrio El Molino, 1891.

En el barrio de El Molino, las viviendas más afectadas fueron las que estaban contiguas al riachuelo del Molino. Resultaron muy dañados el edificio del Mercado de Víveres, la estación del tranvía, gran parte de la vía del ferrocarril al Atlántico, y en general, todas las casas situadas entre el río Molino y el Reventado. Las pérdidas en esa oportunidad fueron calculadas en 300 000 colones.

Las víctimas mortales nunca fueron contabilizadas, debido a que se sepultaron en cementerios aledaños a la ciudad, como el del barrio de San Rafael, el de San Francisco y otros, debido a que el Cementerio General de Cartago quedó inutilizable durante varios días.

En medio de la catástrofe era cuando los sentimientos de precariedad de la vida material y de impotencia frente a la naturaleza se experimentaban con más fuerza. Se acudía entonces con afán a los poderes divinos mediante rogativas, romerías o novenarios, dada la inoperancia de los remedios humanos, o al mismo tiempo que se recurría a éstos.

Ante la gran inundación de 1891, el presbítero Ricardo Zúñiga exaltó a los católicos de Cartago en los siguientes términos:

«Señores, vamos, vamos a los Ángeles a pedir a la Virgen y en medio de un gran recurso de gentes,…vinimos empapados por la lluvia, y llenos de fe y de gran confianza. Y nuestras fervientes y angustiadas oraciones fueron escuchadas, de tal manera que, cuando salimos del templo [de la Virgen de Los Ángeles], las lluvias cesaron por completo a la vez que la inundación».

Las fotografías constituyen una preciosa fuente de información visual sobre los efectos de la inundación de 1891, la que ocurrió hace ya 120 años. Son instantes que hoy sorprenden y conmueven, como se puede observar en las imágenes fotográficas que acompañan este escrito.

Referencias:

Periódico Mi Cartago. Imágenes de la inundación de la ciudad de Cartago, Costa Rica en el año 1891. / Facilitadas por Guillermo Brenes Tencio.

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