La Bruja de Zárate y la Piedra de Aserrí, Leyendas Costarricenses.

La bruja Zárate es la bruja más famosa del folclor costarricense. Es descrita como una mujer blanca o indígena, fea, gorda, pequeña, de ojos negros y grandes, mirada fiera y maliciosa. Usaba el pelo recogido en dos trenzas y vestía humildemente con una camisa blanca sin gola de cuello alto, enaguas negras, un pañuelo negro atado al cuello y un rebocillo de paño negro que usaba para taparse de la lluvia. Siempre iba descalza. De carácter voluble, conversaba de forma estridente y reía a carcajadas. Amiga del tabaco,​ acostumbraba fumar y recibía con gusto ofrendas de tabaco que le daban los campesinos.​ Vivía en una cueva en la piedra de Aserrí,​ un promontorio rocoso que se asoma en los cerros de Bustamante, en el cantón de Aserrí, al sur de San José, pero tenía otros encantos donde solía residir o guardar tesoros: la Piedra Blanca de San Miguel de Escazú; el cerro del Tablazo o de la Vieja, en Acosta,​ y el cerro del Espíritu Santo, en Naranjo.​ Poseía gran cantidad de poderes: podía transmutar vegetales en oro,​ transformar a las personas en animales,​ curar a los enfermos,​ lanzar maleficios o el mal de ojo,​ hablar con los muertos,​ desaparecer y transformarse ella misma en animales,​ echar conjuros para cambiar la suerte, y contrarrestar el poder de otras brujas. También puede cambiar el carácter de las personas, volviendo a hombres inteligentes en tontos, a personas virtuosas en aprovechadas, a los prudentes en despilfarradores y las doncellas calladas en desvergonzadas.​ Debido a esto la gente le temía, pero a la vez la amaba, porque podía ser compasiva y caritativa si la persona demostraba que lo merecía.

La principal leyenda sobre Zárate cuenta que en el sitio que hoy ocupa la piedra de Aserrí se encontraba emplazado, durante la época colonial, el poblado original de Aserrí. En una cueva bajo esa piedra vivía Zárate, la cual se enamoró del gobernador español de la ciudad. Este la rechazó, y ella por despecho convirtió la villa en piedra, los habitantes en animales y al gobernador en un pavo real, que lleva siempre atado a su lado con una cadena de oro.​ Con el paso del tiempo comenzaron a circular rumores de cómo Zárate, cuando le pedían ayuda por los problemas económicos, regalaba unas verduras con la instrucción de no mirarlos por el camino. Al llegar a la casa, el beneficiado se encontraba con que eran totalmente de oro.

El origen de la leyenda de la bruja Zárate es colonial, pero incluye muchos elementos indígenas, como el gusto de Zárate por el tabaco, que está relacionado con el uso ritual que hacían los chamanes aborígenes precolombinos de esta sustancia, lo que los distinguía como individuos poderosos dentro de la sociedad indígena. Otro ejemplo es la capacidad de Zárate de transformarse a sí misma o a los demás en animales, vinculado con la capacidad de metamorfosis que se atribuía a los chamanes como parte de su función mágico-religiosa,​ así como el hecho de comunicarse con los difuntos, reflejo de la función del chamán como intermediario entre el mundo de los vivos y el de los espíritus.

La Piedra de Aserrí.

Referencias:

Zeledón Cartín, Elías (2000). Leyendas costarricenses (4ª edición). Heredia, Costa Rica: Editorial de la Universidad Nacional.

Aguilar, Carlos (2003). El Jade y el Chamán. Instituto Tecnológico de Costa Rica, Cartago: Editorial Tecnológica de Costa Rica.