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Tráigalo a Costa Rica para que aprenda mañas…Anecdotario Nacional

Anecdotario Nacional

EN tiempos del Gobierno del General don Tomás Guardia, arribó a nuestras playas un general sudamericano. La sociedad costarricense y el gobierno, se apresuraron a agasajar y a tributarle honores al distinguido visitante.

Un día, entre el coro de amigos, el militar hizo estas consideraciones:

—”Tengo un muchacho de dieciocho años que está completando el ciclo de su educación inglesa. Luego pasará a Francia para que tome algo del refinamiento francés. Después irá a la Madre Patria donde hará estudios profesionales, y cuando tenga 28 ó 29 años, lo traeré a Costa Rica”.

Uno de sus amigos lo interrogó:

—”General, ¿la intención es simplemente de paseo?”. A lo que el huésped, contestó:

—”No señores, es para que aquí corone sus estudios”.

La sorpresa de los circundantes fue grande. Le manifestaron al pundonoroso militar que aquí no había universidad ni nada en qué perfeccionar los estudios de un muchacho que venía de los principales centros de la civilización.

Una sonora carcajada se dejó oír, y luego la voz del General don Tomás Guardia, allí presente, que decía:

—Tráigalo a Costa Rica PARA QUE APRENDA MAÑAS…

Referencias:

  • Anecdotario Nacional Costarricense.

Max Jiménez Huete…Anecdotario Nacional.

Anecdotario Nacional
MAX JIMENEZ HUETE fue de los primeros en revo­lucionar en Costa Rica la poesía.

Aparte de ser Max Jiménez Huete un hombre de gran fortuna, fué también un bohemio elegante. Su mayor satisfacción era reunir a sus amigos y agasajarlos espléndidamente. Viajó por toda Europa y América. París, Viena, New York, La Habana, fueron asiento de sus exposiciones de arte pictórico.

Una noche, en el Círculo de Amigos del Arte, el poeta se encontraba reunido con varios de sus amigos. La reunión se animaba como era natural, se conversaba de todo lo relacionado con el arte y la literatura.

El lírica ramonense Rafael Estrada, ya fallecido, muy amargado y decepcionado, se quejaba de la indiferencia del costarricense por todo lo que fuera arte y literatura. Se dolía del poco estímulo para con los valores nacionales.

Entonces, el poeta Jiménez Huete, dándole la razón a su compañero Estrada, tuvo una de sus más inteligentes e ingeniosas salidas, que le mereció el aplauso de todos.

Con aquella ironía conque hablaba para criticar, y con aquella voz de trueno que se gastaba, dijo:

«El costarricense, señores, ES AGUILA EN EL NORTE, CONDOR EN EL SUR Y ZOPILOTE EN COSTA RICA»…

Referencias:

  • Anecdotario Nacional. Carlos Fernández Mora.

La Leyenda de la Princesa Dulcehe.

Oleo rescate dulce povedano
Pintura del Maestro Povedano sobre la leyenda de Dulcehe.

Fué en el cumplimiento de esta promesa donde ocurrió ese episodio de leyenda, el rescate de la hermosa Dulcehe, que el hábil pincel de! Maestro Povedano ha recogido, para enriquecer con su cuadro admirable no sólo nuestro escaso acervo artístico sino también el tesoro de nuestra tradición. colonial, al dar con su inspiración nueva vida a aquella escena, ciertamente digna de la magnanimidad de Vázquez de Coronado. Oportuno -es recordarlo pues que, como ha dicho Unamuno, la historia no es sólo la letra, el documento escrito, sino también la leyenda que recogiendo los hechos los embellece con un suave encanto y matiza su aridez con los amables tintes del ensueño. Seguir leyendo La Leyenda de la Princesa Dulcehe.

El gobernador que empinaba el codo.

 

Un día de agosto del año 1606 caminaba hacia el pueblo de Aserrí, procedente de la ciudad de Cartago, un indio güetar con una botija a las espaldas, metida en una red de cabuya. Este indio era noble, de estirpe de caciques, circunstancia que conforme a las leyes de Indias le permitía anteponer a su nombre de Diego Piagua el título de Don, que no tuvo el conquistador Juan Vázquez de Coronado, no obstante la ranciedad y el brillo de su linaje.

Aserrí era en aquel tiempo uno de los lugares más importantes de la provincia de Costa Rica. Formaba un corregimiento y había en él varias encomiendas pertenecientes a viejos conquistadores, como el capitán Juan Solano y Alonso de Bonilla. Su patrón era y sigue siéndolo San Luis de Tolosa, cuya fiesta celebra la Iglesia Católica el 19 de agosto, y la botija de vino de España que D. Diego Piagua llevaba a cuestas debía servir para festejar la memoria del santo hijo de Carlos II, rey de Napóles y de Sicilia. D. Francisco Hernández, otro noble indio, gobernador de Aserrí, la había pedido con tan piadoso designio al capitán Francisco de Ocampo Golfín, alcalde ordinario de Cartago y yerno del encomendero Juan Solano. Seguir leyendo El gobernador que empinaba el codo.

Lo que me dijo el mar!

Rogelio Sotela en 1925 fue Gobernador de la Provincia de Puntarenas, en donde se motivó a escribir uno de sus versos más hermosos: .

«LO QUE ME DIJO EL MAR»

Todas las tardes he venido

a sentarme aquí, frente al mar…

Y así, cada tarde he podido

aprender una lección más.

Acerco no sólo el oído;

el alma también va a escuchar

lo que me ha dicho cada tarde

la enronquecida voz del mar:

Y habla el mar:

-Hombre que te preocupas tanto

por toda pena que te dan,

ve esta visión de lejanía

y esta amplitud horizontal

y aprende así a abrir tu alma

serenamente al Bien y al Mal.

Yo destejo como Penélope

lo que había tejido ya

y como si fuera mal hecho

siempre lo vuelvo a comenzar.

Así los artistas debieran

repujar la obra en que están,

y todos sabor que en la vida

la perfección cuesta encontrar.

Preciso es nacer muchas veces

y aun tantas veces llorar

y sentir que son los tropiezos

y las penas, un auxiliar,

pues va modelándole el alma

entre sollozos, como el mar.

Y mira: tú te ensoberbeces

porque no puedes alcanzar

lo que quieres, y te fatigas

y pronto matas tu ideal…

Fíjate en mí cómo hace siglos

vengo en esta lucha tenaz

por deshacerme de este cauce

que me limita sin cesar;

y doy mis tumbos a la playa

a ver si la puedo pasar

y la impotencia me devuelve

hacia donde mi sino está.

Ah!, pero yo siento que mi impulso

algún día conseguirá

lo que se propone. Ahora

se rompe en espumas no más…

Por último quiero decirte

lo que no han visto los demás:

fíjate qué distintos nombres

a mis aguas los suelen dar:

espuma, ola, fuente, río,

y en el fondo, todo es mar!

¿Pues no soy yo agua en la espuma

y soy en la fuente termal,

lo mismo en la laguna quieta

que en catarata torrencial?

Agua en la nieve que te enfría

y agua la lava del volcán,

agua de mis senos profundos,

toda, de mi regazo va.

Vosotros a todas las cosas

diferentes nombres les dais,

y ésa es la sola diferencia,

¡cuestión de nombres nada más!

El viento y la nube y el árbol,

el sol y tú mismo, serán

lo que sólo han sido de veras:

aguas de una fuente abismal…

Porque todo viene igualado

del mismo Seno Universal

y Dios es el mar insondable

a donde todos volverán…!

El Gobernador Bellaco…crónicas coloniales

LOS conquistadores de Costa Rica tuvieron mala fortuna. Hernán Sánchez de Badajoz murió en la cárcel, Diego Gutiérrez a manos de los indios, Cavallón en gran pobreza, Estrada Rávago lleno de despecho, Vázquez de Coronado trágicamente, Perafán de Rivera en la miseria y Diego de Artieda perseguido. Así, no es extraño que después de la muerte de éste ningún hombre sensato quisiera asumir la continuación de tan desgraciada empresa. Tal sucedió con Sancho de Barahona, vecino de la ciudad de Santiago de Guatemala, cuñado y compañero del licenciado Cavallón en 1561, a quien el Consejo de las Indias propuso treinta años después que la tomase a su cargo; pero Barahona conocía bien el terreno que le invitaban a pisar y prefirió quedarse tranquilamente en Guatemala disfrutando de su riqueza. Seguir leyendo El Gobernador Bellaco…crónicas coloniales

Botijas. En tinajas-zurrones y guacales

Luces misteriosas  con destellos  de un azul intenso que  en  forma  intermitente se  dejan
ver a través de las rendijas de puertas y ventanas de las casas viejas, casi siempre en aquellas de adobe; y las más de las veces acompañados de espantos: Señal inequívoca de la posible existencia de una botija.

Luces y apariciones de espantos que llenaban de miedo a aquellos seres que en esos tiempos idos, miraban con asombro y un tanto de codicia y con ciertas ansias de un poco de riqueza fácil, a esas luces fantasmas y que después de todo con un buen cañazo de chirrite entre pecho y espalda, cualquiera sería capaz de hablarle al muerto. Seguir leyendo Botijas. En tinajas-zurrones y guacales

Un caballero pirata

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Sir Francis Drake

En la época de su grandeza no tuvo España enemigo tan encarnizado como Sir Francis Drake, el intrépido corsario que llegó a ser uno de los más famosos almirantes de la reina Isabel. Nacido en el mar y discípulo de su deudo Sir John Hawkins, corsario no menos audaz, Drake fue uno de los fundadores del poderío naval de Inglaterra y el primer marino de su nación que dio la vuelta al mundo, proeza realizada cincuenta y ocho años antes por Magallanes y Sebastián de Elcano. Su odio contra los españoles era tan grande que solía decir: «Haya paz o haya guerra entre España e Inglaterra, siempre habrá guerra entre Drake y los secuaces de la Inquisición». Seguir leyendo Un caballero pirata

Anécdota del Profesor Mario Sancho Jiménez

Anecdotario Nacional

EN una de las administraciones de don Ricardo Jiménez Oreamuno, el Profesor Mario Sancho Jiménez fué nombrado Cónsul General de Costa Rica en México. Estando en el empeño de sus funciones, fue invitado a una reunión del cuerpo consular en la que se iban a trazar los planes para una mejor y eficaz comprensión entre los países latinoamericanos. Aquí fué donde Mario Sancho se pronunció uno de los mejores discursos de su vida, el cual fué calurosamente aplaudido y comentado por la concurrencia.

Uno de los señores cónsules, impresionado y sorprendido a la vez de la vasta cultura del señor Sancho, le expresó:

—»Dígame, colega: “¿es usted diplomático de carrera?”. La respuesta de Mario no se hizo esperar:

—»No amigo, en Costa Rica NI SIQUIERA LOS CABALLOS SON DE CARRERA”.

 

Referencias:

  • Tomado del Anecdotario Nacional de Carlos Fernández Mora. Dibujante: Noé Solano V.

La vela de un angelito.

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Estaré compartiendo con ustedes estas bellas Concherías de nuestra tierra, la Costa Rica de Antaño. Espero que les guste.

Trata del velorio de un niño pequeño, comparado con un ángel. Todos los invitados celebran, bailan, comen y beben por montones; celebrando a la propia vida.

Apenas el rezador
pone fin a lo que reza,
cuando sale a relucir
la hidrópica botijuela. Seguir leyendo La vela de un angelito.

Y aquello era una fiesta!

Cualquiera que haya hecho ese viaje a bordo del tren al Atlántico, más conocido bajo el seudónimo de “El Pachuco” (para los ferrocarrileros el Nº 101), concordarán en que hablo de una experiencia inolvidable, llena de colorido y folclor.

Por que no solo un medio tranquilo y oportuno de transporte, no, con él llegaba la vida a los pueblos.

La gente usaba su mejor traje (el de “dominguera” que llamaban) para viajar e incluso salir a verlo pasar. Desde muy temprano se levantaba a los chiquillos, se les daba el desayuno, que por lo general era “burrita” con huevo frito, tal vez plátano o banano, la cosa era que quedara lleno, para que no quedara pidiendo “cochinadas de camino”, después se le vestía y peinaba con bastante “glostora” para controlarle el pelo rebelde, no sin antes sermonearlo o advertirle, so pena de un cosco, que cuidara de no ensuciarse, ni andarse “encaramando” en todo lado, ni andar pidiendo porque “no se anda plata” y mucho menos ponerse a jugar en el coche, en síntesis: “Va a andar sosega’o”. Una vez amonestado, se sacaba al “querubín” a mirar aquel pueblo ambulante entre los coches azules.

Ya desde que los vecinos lo veían a uno “catrineado” le soltaban la pregunta “Aja vecina ¿vade paseo? Y casi siempre la respuesta era menos emotiva: “No que va, mandaditos”.

En cada estación era lo mismo, ir y venir de gentes (y “gentecillas”) apuradas para tomar el tren o para recibir algo o alguien. No faltaban las tristes despedidas también, tal vez del hijo que dejaba el terruño para estudiar o trabajar allá en “la capital”, o enamorados que por una u otra razón se alejaban con un beso en la grada del balcón y una lágrima. Los solitarios, aburridos miraban, quizá con nostalgia, por las grandes ventanas todo aquel movimiento.

Una de las estaciones más bellas y dinámicas, era la de Siquirres, “la ventana del Caribe”, para los capitalinos.

Allí siempre estaban sus negros hablando a voz fuerte en inglés, mientras cargaban cacao en los vagones, siempre audibles entre el ruidoso gentío, los grotescos escapes del tren al detenerse y la campanilla de patio que encendía la locomotora.

Otros, que sabían hacerse oír, eran sus comerciantes de alimentos tradicionales, quienes con ingeniosos estribillos publicitarios captaban la atención. ¿Quién no recuerda a una señora bajita y gorda, con un delantal blanco y limpio que se paseaba con una enorme palangana de aluminio gritando: “pescado, bofe chicharrones”? ¿O aquel negro corpulento de caminar ligero que vendía  (y aún vende) “pati” cerrando sus frases con un silbido fuerte y rítmico? Si, ese que decía “llévelo, rico, caliente el pati de Lay”. Silbaba y volvía con: “pruébelo, delicioso con chile, pati de Lay”.

Igual podríamos memorar a la negra que con una tina grande sobre la cabeza a la usanza africana, ofrecía “pan_bon y cocadas”, al negro flaco que traía cajetas de coco sobre las hojas de naranjo y melcochitas blancas con franjas rojas, al popular “Boli” (diminutivo de Bolívar) quien se ganaba la vida con sus deliciosos copos y granizados, entre otros que aprovechaban los minutos que permanecía el tren para no solo hacer  sus “centavitos”, sino también culturizar con sus platillos a los viajeros, que ya esperaban esa cálida bienvenida de aquel pueblo alegre, que con cariño nombraban “La Siquiera”.

Muy lamentablemente “El Pachuco” ya no recorre las venas de hierro de la provincia. Su pito lejano que encendía la algarabía se ahogó entre excusas burocráticas y provecho de algunos pocos, para “consuelo de tontos”.

Más su inmenso legado y bellos recuerdos, esos no nos abandonarán nunca.

 Referencias:

  • Cuentos y leyendas, anécdotas e historias de Vida. Provincia de Limón, editado por Yanory Álvarez Masís, del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, Certamen de Tradiciones Costarricenses, 2008

Libro, Un viaje a Costa Rica de 1879 a 1881

A mis manos llegó este pequeño pero cautivador libro que nos lleva a un recorrido de un colombiano que estuvo con sus hijos por dos años en nuestra bella tierra de antaño.  Cien por ciento recomendado para todos los costarricenses y para los que quieren saber más de nuestras raíces.

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Un viaje a Costa Rica de 1879 a 1881 es el cuarto libro de esta colección. Con el trabajo compilatorio de Elías Zeledón Cartín, quien redescubre esta pequeña obra del viajero colombiano Manuel Sinisterra, La EUNED presenta un texto que describe la Costa Rica de inicios del gobierno de Tomás Guardia Gutiérrez, aspectos de la vida cotidiana de la San José de ese período, así como anécdotas en el Seminario Mayor de San José y algunos datos sobre la historia del «Himno Nacional de Costa Rica». Sin lugar a dudas, un interesante texto para quienes disfrutan de la literatura de viajes.

 

 

Ahora corra don Cleto!

Una anécdota vivida por don Cleto González Víquez, herediano y presidente de Costa Rica en dos ocasiones. 

¡Ahora Corra don Cleto!

“Venía el Licenciado don Cleto González Víquez, Benemérito de la Patria, dos veces Presidente de la República, abogado e historiador, para su casa de habitación, bastante fatigado después de un  intenso trabajo en su oficina, y al pasar por la residencia de una familia muy conocida y muy estimable, se encontró con un chiquillo que lo paró, y le dijo:

“Por favor, señor, toque el timbre de esta casa”.

Y el Licenciado González Víquez, aquel gran patricio y demócrata, por hacerle el favor al muchacho, alargó su mano y apretó el botón del timbre. Pero al soltarlo, oyó don Cleto al chiquillo que le decía a grandes voces:

– “AHORA CORRAMOS, DON CLETO”.

 

Referencias:

-Anecdotario Nacional. Carlos Fernández Mora.

-Ilustración de Eric Francisco Bogarín B.

La Carreta sin bueyes

 

«Por el camino sonaron chirrido de rueda y eje, tumbos de llantas sonoros flotados en desniveles. «¡Alguien, si no el boyero que por el camino viene!» Los ojos y los oídos eran clavos resistentes. En vilo por el asombro, ya que nada la sostiene, en la noche desolada, ¡vio la Carreta sin Bueyes!»
Carlos Luis Sáenz.
«La Carreta sin Bueyes».

la carreta sin bueyes

Se trata del fantasma de una carreta que deambula por las noches las callejuelas de alguna ciudad, especialmente aquellas dónde viven jóvenes libertinos o matrimonios que pelean constantemente. También se comenta que aparece cerca de la casa de alguna persona que se ha vuelto muy codiciosa o un avaro que acaba de morir. En ambos casos, la presencia del espectro es una advertencia a los pobladores que corrijan su forma de vivir y busquen el buen sendero. Seguir leyendo La Carreta sin bueyes