San José de 1881!!!

Crónica de Francisco María Núñez

Hoy tenemos gracias al periodista-historiador don “Paquito” Núñez, un trocito de nuestra historia urbana, quien rescató a través de sus publicaciones desde 1922, elementos característicos de nuestra ciudad, con una rica descripción urbana, calles, edificios, situación política así también con las bellas costumbres de nuestra COSTA RICA ANTIGUA Y SU HISTORIA

EL SAN JOSE DE 1881
Calles angostas con desagüe al centro. Algunas de ellas no tiradas a cordel. Varias empedradas; unas cubiertas de zacate, donde pastaban los caballos y las vacas. Fangosas en los meses de invierno.

Pocas construcciones de apariencia:

El Palacio Nacional, inaugurado en el año de 1855 (Fotografía Jorge Arturo Vindas).


-La Fábrica Nacional de Licores:

El Fanal. (Fotografía de 1913)


-La Universidad de Santo Tomas:

Universidad de Santo Tomás.

Edificios de la época:

-Tres edificios construidos por los hermanos Estrada, guatemaltecos, que vinieron a enseñar la aplicación de la piedra de Pavas en las edificaciones.

-El edificio que servía como hospital.

Antigua fachada del Hospital San Juan de Dios.

-El llamado Palacio Presidencial, más tarde Comandancia de Plaza (hoy Banco Nacional), levantado durante la administración Castro Madriz (1867), por el ingeniero don Ángel Miguel Velázquez, para Escuela Mecánica o sea talleres nacionales. Velázquez vino de México y dio nuevo sentido al estilo arquitectónico urbano.

Palacio Presidencial (Foto Fernando Zamora)

-Otros edificios que deben citarse, son: la Catedral y el Teatro Mora o Municipal.


Y unas contadas casas particulares muy espaciosas, con jardines al centro y corredores a los lados, tipo conventual, que se llamaba.

Los materiales usados fueron, en su orden: adobes; calicanto (cal y piedra) y el bahareque (mezcla de caña a de construcción, barro y pedazos de teja o piedra menuda), a veces con recubrimiento de mezcla (cal y arena).
Para los techos se usaron, la hoja de caña, plátano o palmera, en los ranchos pajizos; la teja o la corteza de madera, para las construcciones mejores.

Rancho pajizo.

Los ranchos iban quedando reservados a las aldeas lejanas, donde era difícil movilizar materiales de construcción.

Casa de Braulio Carriilo ( entre Ave. 2 y 4, Calle 6)

Entre las casonas que resistieron la acción del tiempo, y de los temblores, hay que recordar la que habitó el licenciado don Braulio Carrillo, donde más tarde vivió el Lic. don Joaquín Aguilar, al sur del Banco de Costa Rica, (transformada hace algunos años).

-La casa donde murió el Dr. don José María Castro Madriz hoy Escuela Juan Rudín, (al sur del Seminario).

Por muchos años la Escuela Juan Rudín tuvo su sede en la esquina que forman la Calle Primera y la avenida sexta de San José, distrito Catedral. En un vieja casona, muy espaciosa y elegante, por cierto, que fue originalmente la casa del doctor Carit y luego fuera comprada por el Doctor José María Castro Madriz, quien vivió en ella durante muchos años.

-La casa presidencial de don Juan Rafael Mora, hoy propiedad de doña Luz Gutiérrez Castro v. de Montealegre, 25 varas al oeste del Parque Central (donde vivió la familia de don Marcelino Coto).

Casa presidencial de don Juan Rafael Mora P.

Pocas escuelas públicas; algunas privadas; la Universidad de Santo Tomás y como complemento de ésta, el Instituto Nacional donde entre otros cursos, se inició en 1877 el de Retórica y Poética, sin que llegaran a matricularse los aspirantes a literatos.

El mercado de abastos se instalaba, cada fin de semana, en la Plaza Principal, (hoy Parque Central), bajo la sombra de los higuerones o de toldos de lienzo o manta, instalados sobre débiles cañas.

Circulaban los siguientes tres periódicos:
«El Costarricense», que se editaba en la Imprenta Nacional;
«El Ferrocarril», de don Rafael Carranza Pinto;
«El Horizonte», de don Eloy Truque (colombiano) y don Rafael Villegas;
«El Boletín Oficial» y más tarde
«La Gaceta», cuya publicación se inició en el año 1872, pero se interrumpió, en varias ocasiones para darle al periódico oficial otro nombre.

Figuraban ya como escritores nacionales:

Pío Víquez

Pío Víquez, quien el 7 de diciembre de 1876 publicó su más famoso poema, «La Torcaz»;

Cleto González Víquez

Cleto González Víquez, que ensayaba el verso. Una de sus producciones, dedicada a Víquez, se inicia así:
Ya que a poeta me he metido
Quiero décimas hacer.
No sé, ni quiero saber.
Si podré lo prometido
Cumplir, como tú has cumplido.

Los autores extranjeros más reproducidos eran: José Selgas, José Antonio Calcaño, Ricardo Palma, J. A. Marroquín; María de la Concepción Jimeno; Rafael Otero hijo; Lázaro María Pérez, etc.

La tiranía de Guardia, de la cual se hablaba dentro y fuera del país (ver «Semanal Nicaragüense»), hizo posibles varios movimientos revolucionarios y «El Costarricense», al fin órgano semioficial, abogaba por la paz, (Ed. 29 de diciembre de 1877), recomendando disimular el decreto de 11 de agosto de 1876, que sometió a previa censura las producciones de la prensa.

General Tomás Guardia Gutiérrez.

Y la sugestión tuvo eco, porque se reglamentó la libertad de imprenta, estableciendo que no debían publicarse artículos anónimos, so pena de responder por ellos el redactor del periódico.

Del general Guardia se han dicho muchas cosas, tratando de afear su gobierno, pero es lo cierto que en la Constitución de 1871 se abolió la pena capital. Una conquista realmente honrosa.

Un detalle habla de su magnanimidad. En la madrugada del 29 de julio de 1877 se produjo un movimiento sedicioso, jefeado, según se dijo por el inquieto don Zenón Castro, cantante y político.

El cabo Francisco Rojas, que estaba de turno abrió la puerta del Cuartel Principal a los conspiradores. Fracasado el intento, fue condenado a muerte. Ya estaba Rojas en capilla, cuando un grupo de señoras solicitó su perdón. El general Guardia se adelantó a recordar que desde el 27 de abril de 1870 estaba suprimida la pena de muerte en Costa Rica. La sentencia se conmutó en prisión. Del paredón del antiguo Cementerio del Cólera (hoy Capilla de Animas), donde se ajusticiaba a los reos, pasó al presidio de San Lucas.

¿CÓMO VESTÍAN LAS GENTES?
En el vestir no eran muy suntuosos nuestros antepasados. El lujo es plaga de este siglo. Nuestro campesino era limpio, pero sencillo. Usaba pantalón de dril o mezclilla, sujetado con una faja de cuero y sobre ella, más como adorno, una banda morada con barbas que remataba, a veces en cuentas de vidrio de diferentes colores. Una camiseta de manta y camisa de lienzo, muy engomada, los domingos. Algunas camisas tenían pechera de color. Rara vez se ponía chaqueta o chaquetón.

De Guatemala solían llegar los llamados cotones, chaquetones de lona, generalmente grises, con barbas y adornos de cordoncillo negro, que servían a los varones de mayores posibilidades, para presumir.

No se usaban zapatos. A lo sumo caites, y los más pudientes, zapatos ordinarios de cuero sin curtir.

La cabeza la cubrían con sombreros de palma de paja o pita. Estos últimos venían de Ecuador.

Sombrero de paja.

Las mujeres vestían enaguas de zaraza y camisa de gola; fustanes almidonados, que se paraban solos, los domingos.

A las enaguas azules, floreadas de blanco, se les llamaba pursianas.

Rebozos usados por las mujeres.

Las campesinas lucían rebozo, los domingos y entre semana, sombrero de paja o pita, según el rango, para hacer viajes o trabajar en las fincas.

Las señoras de la ciudad usaban camisa o cotona de cuello alto y mangas al puño, o por lo menos al codo.

El adorno principal de sus ropas eran los vuelos, encajes o bordados. Al fustán de varios vuelos se le designaba de bandola.

Otros adornos para los bailes de palacio o demás fiestas de gala, eran las pasamanerías, las lentejuelas y las cuentas de vidrio.

También los adornos de arabia de color; la pata de gallo, puntada que se aprendía en la escuela. Usaban botines o sean botas altas con botones blancos. Algunos botines llevaban elástico a los lados para la mayor facilidad al calzarlos. También solían venir con orejas en la parte de atrás.

Desde luego, en los bailes sociales se usaron los trajes de larga cola que lucían mucho cuando se danzaba al compás de los hermosos bailes del siglo pasado.

Cuando el varón era comerciante, llevaba pendiente al cuello por un largo cordón, la mochila, tejida con lana o hilos de color, y que solía ocultar en uno de los bolsillos del pantalón o dentro de la camisa.

No se usaban muchas alhajas, pero se preferían las finas. Las imitaciones y las fantasías tenían poco valor.

Referencias:

Diario de Costa Rica, 21 de junio de 1961.

Periódico La Nación (ilustración de la moda de la mujer).

Algunas de las crónicas de Paquito están incluidas por el Escritor Elías Zeledón Cartín en el libro “Imágenes Costarricenses” publicado por la Editorial de la Universidad de Costa Rica en 1993. Siendo una verdadera obra de arte de incalculable valor histórico de Costa Rica que les recomiendo.

Investigación e ilustraciones de Internet y Mi C.R. de Antaño (MCE).

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