Estos boletos aparecieron a mediados del siglo XIX y su uso corriente se extendió por más de 100 años.
Los boletos de café se han utilizado en varios países de América, como Costa Rica, Guatemala, Honduras, Cuba, El Salvador, México, Argentina, Nicaragua y Colombia entre otros, y son conocidos genéricamente como «fichas» o «Tokens».
Su origen más probable es que debido a la escasez de monedas, los cafetaleros implementaron un sistema de pago por medio de estos boletos. Y posiblemente adoptada de la revolución industrial (1775) que tuvo sus inicios en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña y por la falta de monedas de baja denominación que tenía una gran demanda para las transacciones cotidianas que se extendió una décadas después hasta una buena parte de Europa occidental y Estados Unidos, finalizando hasta 1820 o 1840 ya que uno de los principales socios comerciales de centro América fue Inglaterra y por su aumento en el volumen laboral tuvo que ingeniárselas que distintas formas de paga para tanto nuevo trabajado.
En América al tener ese aumento de personas que trabajaban en la recolección del café y con la escasez de monedas para pagar la recolecta del grano tuvieron que implementar el uso de estas fichas que eran una especie de moneda privada con la que se le pagaba a los trabajadores y ellos a su vez los cambiaban en los comercios del pueblo.
Estos boletos aparecieron a mediados del siglo XIX y su uso corriente se extendió por más de 100 años, aunque inclusive hasta el día de hoy se utilizan en menor medida. La palabra propiamente «boletos de café» es referida al país de Costa Rica, donde se le conoce así al «token» (medio de pago) utilizado para las famosas cogidas o recolección de café. En cada país se les denomina de diferente manera, como es el caso de algunos países de donde se les llama «fichas de finca o de Hacienda, Flacos, Latas o Ñapas».

Fueron confeccionados en distintos materiales como bronce, cobre, plomo, vaquelita, aluminio, hierro, plástico, cuero, papel, cartón y hasta hueso entre otros. Los caficultores o propietarios de las fincas más acomodados mandaban acuñar boletos personalizados al extranjero como Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, aunque se podían conseguir en el comercio boletos genéricos o vírgenes (cospeles) o machotes, sobre los cuales se marcaba con siglas , símbolos o cualquier indicador que diera la referencias de quién pertenecía y muchos aparecen remarcados por nuevos propietarios que se ahorraban una nueva acuñación con solo cambiar las marcas. Otros optaban por fabricarlos ellos mismos en una manera artesanal dándoles un sinfín de formas, muchas veces toscas e irregulares, o simplemente tomando cualquier pieza de metal que encontraban a mano, desde fichas de juego a monedas nacionales o extranjeras.
En algunos casos, los boletos se convirtieron en un medio de explotación laboral en contra del obrero agrícola, ya que sólo los podían utilizar para adquirir productos en los comisariatos, abastecedores, pulperías o cualquier otro negocio propiedad de los dueños de las fincas o haciendas, o en aquellos con los que el propietario tenía algún convenio, quedando limitadas sus actividades al área de influencia de la hacienda.
De esta manera los hacendados tenían una doble ganancia: por un lado, no utilizaba el dinero que escaseaba, el cual había conseguido posiblemente a través de un crédito y que necesitaba para invertir en bienes de capital para la producción y, por otro, obtenía ganancias por la comercialización de productos en los comisariatos. Así, los boletos representaron una forma de autofinanciamiento. Pero, además, en muchos casos el peón se veía favorecido con estas medidas, ya que de no existir estos comisariatos, tenía que trasladarse una distancia considerable para adquirir ciertos bienes de consumo diario. En muchas legislaciones laborales este sistema terminó siendo prohibido en forma expresa.
Estas piezas se toman como en parte muy importante de la historia de la economía de nuestros pueblos ya que activaron e impulsaron la colonización de territorios y expansión del desarrollo humano que en aquellas épocas era inimaginable.
Muchas de estas fichas cuentan una historia familiar muy rica en valores , trabajo y amor a la tierra que vio nacer a nuestros antepasados que forjaron todo lo que hoy gozamos y disfrutamos y con solo apreciarlas memoramos a todos aquellos que con esfuerzo sudaron todo lo que nuestros pueblos poseen y heredaremos.
Referencias:
«Los boletos de café de Costa Rica». Archivado desde el original el 14 de octubre de 2008. Consultado el 5 de setiembre de 2008.
CHACON H., Manuel. «Boletos de Costa Rica». Museo de Numismática del Banco Central de Costa Rica. Archivado desde el original el 1 de agosto de 2008. Consultado el 5 de setiembre de 2008.